1. La Pasión de Esther


    Fecha: 28/08/2024, Categorías: Incesto Autor: LilithDuran, Fuente: TodoRelatos

    ... desatado.
    
    —Oye, cariño, igual mejor te pones un chándal o un pantalón de deporte. Así te va a ser más fácil todo.
    
    —Sí, —la vergüenza se había ido, pero tanto la rojez, como el bulto en su entrepierna, seguían allí— te voy a hacer caso. Creo que, de esa forma, podré hacer todo solo.
    
    —Bien.
    
    Su cara era un poema y dando pequeños pasitos, abandonó el baño lo más rápido que pudo. Me quedé sola en el interior, analizando en mi mente lo ocurrido y, sobre todo, la pregunta de… ¿Por qué se había empalmado?
    
    Cuando volví a situarme delante del espejo y contemplé mi reflejo, lo entendí. Siempre fui delgada y con un cuerpo bonito, me había dejado la camisa a medio cerrar y… mostrando mi talla de sujetador 85E, que mantenía unos pechos firmes y duros pese a la edad.
    
    —¡Qué boba soy…! —solté al cristal mientras negaba y me tapaba el rostro.
    
    Me había arrodillado ante mi hijo, con mis pechos bien puestos, mostrándole un buen escote, algo que poco me gustaba llevar…, influencia de Fran…, a un niño de casi diecisiete años con las hormonas alteradas.
    
    Le entregué en bandeja de plata la mejor vista posible de mis senos. No pude más que reír cuando me di cuenta de todo. Era normal lo que le había pasado y si no le hubiera ocurrido, es que debía estar muy enfermo. Por mucho que fuera su madre, lo anormal hubiera sido que no se le pusiera dura. A cualquiera le hubiera pasado, ¿no?
    
    Sin embargo, eso no era lo peor de todo. Otra cosa me empezó a importar más, dejando a un ...
    ... lado los problemas de mi vástago. De un segundo a otro, me empecé a sentir agitada, muy alterada.
    
    Mi cuerpo se alborotaba de la misma manera que años atrás. Por dentro, una sensación similar al morbo recorría mi ser, apareció una leve excitación y después, el calor golpeó con fuerza, ambas se unieron haciéndome estallar la cabeza.
    
    No me reconocía, era la misma emoción que tenía cuando era una preadolescente y me tocaba en la intimidad de mi cuarto. La misma pasión desatada y ese calambre sobre la piel que no se iba con nada. Ni siquiera disponía de tiempo para meditar mis actos y hui del baño.
    
    Entré en mi cuarto, cerrando la puerta para que nadie me molestara, aunque ninguno lo haría, Javier estaría cambiándose de ropa y Fran cagando de manera interminable. Me lanceé a la cama y bajé mis pantalones con mucha más premura de la que se lo hice a mi pequeño.
    
    Las bragas se quedaron puestas y mis dientes se apretaron con las mismas ganas que ponía Javi para mear. No me creía lo que estaba haciendo, mi mano se introdujo debajo de la prenda que me quedaba y palpé mi ardiente y… levemente… húmedo sexo.
    
    —¡Bendita sea! ¡Qué maravilla! —murmuré para mí misma cuando mis dedos hicieron un círculo profundo en mi clítoris.
    
    Volví a sentir la magia del universo sobre mi piel, vibré, sollocé y reí, vaya si reí. Era la primera vez que me masturbaba en el matrimonio y si no era así, es que las anteriores ocasiones, ni las recordaba.
    
    Todo el placer se aunó en unas pasadas, ...