La captura de Letticia - Relatos Eróticos

La captura de Letticia

... Pastorino, bienvenido a la sala VIP. Por favor, póngase cómodo. Puede tomar toda la comida y bebida que desee, darse una ducha y hacer uso de las esclavas del aeropuerto—dijo servicial, haciendo una reverencia.

Carlo se fijó en la mujer. No llevaba collar y era evidente que estaba vestida—lo mejor que podía estarlo, ya que tenía el coño y el culo prácticamente al aire, al igual que las tetas—y Carlo tuvo una duda.

—No estamos en la zona internacional, sino en la propia Sudáfrica. ¿Podría secuestrarte a ti o a alguna de las fempleadas, si, por ejemplo, me diera la gana?

La mujer abrió los ojos se llevó una mano al cuello instintivamente.

—No, señor. Legalmente puede secuestrar a cualquier mujer libre, pero las empleadas de esta aerolínea son ciudadanas asiáticas con visado. Por favor, absténgase de secuestrarme y, en su lugar, registre mi nombre y apellidos en su lista de vigilancia de la página web de la Oficina de Asuntos Femeninos—BFA—de su país, simplemente haciendo clic en "Internacional". Entonces recibirá un aviso si estoy disponible para ser esclavizada. De lo contrario, aunque no pueda secuestrarnos, podrá utilizarnos como mejor le parezca.

—Mucho mejor. Ahora ven, sírveme el desayuno y luego me sentaré en tu cara.

La mujer asintió cerrando los ojos y su compañera de trabajo, la que había guardado el equipaje de Carlo, corrió a sustituirla desde el otro extremo de la sala mientras sus gordas tetas se bamboleaban.

—¿Cómo te llamas, cerda?—preguntó ...

... Carlo, comenzando a disfrutar de la hospitalidad de la aerolínea.

—Habiba, señor. Soy catarí. ¿Quiere huevos, tocino, algo de fruta?

—Sí a todo- respondió Carlo, acariciándole el culo y abriéndole las nalgas con los dedos.

Habiba se inclinó hacia delante para coger piña y Carlo le metió un dedo en el culo sin siquiera lubricarlo antes. Ella soltó un gemido pero Carlo no se apartó. En su lugar metió el dedo hasta el fondo con dificultad, pero impávido ante los gemidos de Habiba e hizo la forma de un gancho hacia abajo para arrastrar a la mujer hasta una mesa cercana. Algunas sillas tenían un agujero para que las esclavas pudieran lamer el culo y las pelotas de los clientes de la sala VIP si era necesario. Carlo no eligió una de esas porque quería apoyar su culo en la cara de Habiba, así que la colocó en una silla normal y sacando el dedo se lo metió en la boca a la empleada para que lo lamiera. Ella no esperó y empezó a hacerlo mientras Carlo observaba la sala. Era un piso enorme con diferentes atracciones para los clientes. Había paredes enteras con culos de esclavas sobresaliendo de ellas. Probablemente sus bocas y tetas estarían al otro lado para otros clientes de la sala VIP. En una esquina había una chica rubia colgada de la pared con los brazos y las piernas abiertos y el cuerpo pintado con los colores de una diana. Algunos hombres jugaban a los dardos con ella. La esclava parecía estar drogada por lo que no se oían muchos gritos pero sí algunos gemidos de vez ...