La captura de Letticia
Fecha: 29/09/2024,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Autor: Catalina, Fuente: TodoRelatos
... bajo el culo de Carlo sabía bien lo que hacer y besó y lamió el ano del hombre, al menos hasta que empezó a cagar y tuvo que ocuparse de masticar y tragar lo más rápido posible.
Carlo se puso cómodo mientras su polla se ponía dura dentro de la boca de la pobre Habiba y un chorro de pis entraba en su boca. Ella tragó con diligencia y continuó con la mamada. Cuando Carlo terminó de cagar notó como la lengua de la esclava retiraba todos los posibles restos. Maldita negra, no se había dado cuenta de que al intentar limpiarle le estaba ensuciando aún más el culo. Carlo echó una mano hacia atrás y golpeó con fuerza el estómago de aquella zorra, haciendo que se quedara sin aire y detuviera la «limpieza». Se levantó y utilizó la boca de Habiba para masturbarse, empujando su cabeza con la velocidad adecuada hasta correrse en su garganta. No permitió que la joven catarí se sacara la polla de la boca a pesar de que estaba visiblemente sin aliento y, una vez que dejó de salir semen, sacó la polla de la boca de la chica y se la limpió con el pelo. Cogió un poco de papel higiénico, se limpió el culo un poco descuidadamente y metió el trozo de papel en la boca de la esclava negra.
—Gracias por nada,nigger. Limpia todo esto y asegúrate de que se traga el papel. Nos volveremos a ver a la vuelta, probablemente—dijo antes de salir del cuarto de baño y dejar a Habiba ocupada con el cepillo en la mano.
Carlo salió del aeropuerto sin mucha prisa, su tren no salía hasta las ocho de la ...
... tarde. Cogió un taxi hasta el centro de Pretoria, chantajeó a la taxista para que le chupara las pelotas a cambio de pagarle la tarifa correspondiente más una pequeña propina y se entretuvo visitando diferentes museos y comiendo en restaurantes demasiado baratos para él debido a la diferencia de salario y el nivel de vida. Como italoamericano le gustaba la buena comida y tuvo que admitir que la cocina africana era bastante interesante, sobre todo los platos que le sirvieron, a veces a base de carne de presa, y también comió una especie de empanada rellena de carne llamada «vetkoek» que engulló con avidez mientras la esclava que se la había servido le hacía la segunda mamada del día. Al final pidió otro taxi y esta vez, a cambio de pagar, se hizo lamer los pies por su taxista, una belleza negra de 23 años a la que había manoseado y apretado las tetas desde detrás nada más empezar el trayecto sin importarle lo incómoda que ella pudiera sentirse.
Llegó a la estación de tren de Pretoria a la hora convenida. Como tenía un billete de primera clase de la compañía Shosholoza Meyl podía ponerse cómodo y echarse una siesta o atormentar a alguna esclava, incluso a algún pasajero libre de segunda o tercera clase. Le esperaban unas 14 horas de viaje hasta la ciudad de Musina, en medio de la Sabana Arbolada de África austral. Allí le esperaba la guía a la cual había contratado a través de la agencia de viajes.
Carlo se dirigió hacia la revisora, que era una esclava negra con tetas ...