1. La captura de Letticia


    Fecha: 29/09/2024, Categorías: Dominación / BDSM, Autor: Catalina, Fuente: TodoRelatos

    ... dormía una mujer con su hija. Ambas eran mestizas y, en cuanto encendió la luz, vio que también eran pelirrojas. Ordenó a la hija, que dormía en la litera de arriba, que se metiera en la cama con su madre. Ella así lo hizo, probablemente pensando que tal vez él no les haría nada si obedecían, y no iba muy desencaminada. Lo único que hizo Carlo fue bajarse la bragueta y mear encima de las dos durante un buen rato. Cuando terminó se acercó a la hija y le señaló su polla. Ésta pareció entender y se la chupó durante unos instantes para limpiársela. Carlo se sintió muy bien. Quería que entre las cualidades de su nueva esclava estuviera la de ser un retrete portátil. Al fin y al cabo nunca sabía cuándo podría tener ganas de mear o cagar. Intentó guardarse la polla y salió tambaleándose del pequeño compartimento todavía con la polla fuera, flácida y colgando. Volvió sobre sus pasos en dirección al primer compartimento y cuando llegó al último del vagón, el número 50, abrió la puerta con su tarjeta y las luces se encendieron automáticamente. Aquel lugar era más grande que su suite, pero también mucho menos lujoso. Había unas 30 jaulas a un lado de la pared y en cada una dormían dos esclavas, cada una con la cara y la boca en el culo y el coño de la otra y bien flexionadas para encajar dentro de la jaula. Al otro lado, en cambio, había unas cinco literas y en cada una dormían cuatro fempleadas, dos en cada cama. Todas ellas sin ropa interior con una especie de pijama corporativo que ...
    ... sólo las cubría hasta la cintura y sin contar las tetas, que llevaban por fuera. Dormían abrazadas unas a otra para evitar caerse de la litera. Algunas levantaron la cabeza y Carlo se dirigió a la cama de dos negras que tenían exactamente el aspecto que a él le gustaba. Tetas grandes y un poco rellenitas. Las dos dormían en la litera de abajo. Miró primero la cama y luego la jaula de las esclavas hasta que encontró a Caroline. Abrió su jaula, sacó de ella a las dos esclavas y le tiró del pelo mientras volvía a las literas de las dos negras que le habían gustado. Sin decirles una palabra se tumbó encima y se aseguró de colocar a la compañera de Caroline debajo de su polla y a Caroline tras su culo, usnado a las dos negras de la litera como si fueran una simple cama.
    
    —Si dejáis de lamer durante la noche os prometo que os tiraré al río cuando pasemos por un puente... he oído que algunos están secos por la sequía—dijo. Eso pareció funcionar porque ambas empezaron a lamerle la polla y el culo mientras Carlo, acurrucado junto a las dos fempleadas, que no sabían qué hacer, se quedaba dormido.
    
    Volvió a despertarse hacia las cinco de la mañana, con dolor de cabeza. Seguía sintiendo la lengua y la boca de las dos esclavas aunque a un ritmo mucho más lento de lo aceptable. Carlo las echó y se levantó sentado sobre la cara de una de los empleados. No recordaba muy bien cómo había llegado hasta allí. Volvió a cambiar de vagón y se dirigió a su camarote. Llamó a la puerta y nadie le ...
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