La captura de Letticia
Fecha: 29/09/2024,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Autor: Catalina, Fuente: TodoRelatos
... abrió, así que Carlo buscó en sus bolsillos y descubrió la tarjeta. Abrió la puerta. Jeanette se había quedado dormida en el suelo.
Carlo no se molestó en despertarla y, tras notar movimiento en la puerta del camarote contiguo, entró en la habitación y se metió en su cama. Para haberle costado 55.000 rands sudafricanos—unos
3.000 dólares—aquella experiencia estaba resultando enriquecedora. Por suerte, el billete de vuelta estaba incluido en el precio. Volvió a dormirse.
Se despertó a las 9 de la mañana y se levantó. Había bebido demasiado la noche anterior. Eso le había pasado por escuchar a esa negra, Jeanette. La miró. Seguía dormida, pero en una posición extraña que él no había advertido la noche anterior. Se levantó, se acercó a ella y le tocó la cara con el pie desnudo. Estaba fría. Se agachó, le palpó el pecho y se levantó. Estaba muerta. Aquella puta había sufrido un coma etílico. Carlo se encogió de hombros, se vistió y salió del vagón dejándola allí. Se dirigió a la cafetería y se hizo servir un cafémacchiato con tortitas. Un hombre se sentó frente a él. Carlo lo miró fijamente.
—Por favor, Sr. Pastorino, siga comiendo. No quiero molestarle. Esperaré—dijo.
Carlo no dejó escapar la ocasión y terminó rápidamente su desayuno, no sin antes pedir un zumo de naranja a la mujer que esperaba en la mesa. Cuando terminó, miró al hombre que se sentaba frente a él. Era negro y llevaba gafas, traje azul y corbata roja.
-¿Quién eres? ¿Qué quieres? preguntó con ...
... recelo. Esperaba no haberle dicho nada hiriente la noche anterior, no recordaba gran cosa.
-Ciao. Mi chiamo Giancarlo Lucarelli-dijo en italiano-Soy el director general de esta empresa y actualmente también soy el capitán del tren. No tenga miedo, no ha hecho nada malo. De hecho, hacía mucho tiempo que un pasajero de primera clase no se lo pasaba tan bien.
-¿Estás seguro? -preguntó Carlo, que no se había atrevido a responderle en italiano porque no confiaba en absoluto en sus propias capacidades.
En ese momento apareció una mujer blanca, rubia y madura, de la edad de Giancarlo, y se sentó a su lado.
—Le ruego que disculpe a mi marido, señor Santorino. Le prometo que es un buen hombre, aunque parezca antipático. Me llamo Sophie Caputo. Mi padre era italiano, pero yo soy francesa. Soy la esposa del señor
Lucarelli. Él dejó su Sicilia natal y luego ambos nos trasladamos de Córcega a climas más cálidos con buenas oportunidades de negocio.
Carlo la miró sin comprender.
—Mi mujer dirige la mayor granja de esclavas de Sudáfrica. Bueno, la dirige su abogado, ya sabes cómo funcionan estas leyes misóginas. Pero su abogado es un hombre práctico y servicial—dijo mientras ambos se miraban con una sonrisa burlona.
Carlo se encogió de hombros.
—En ese caso, imagino que todas las bellezas negras que viajan a bordo del Slut's Fate habrán sido compradas en su plantación.
—Imagina bien. En mi plantación sólo se crían las mejores esclavas. Las que no son lo bastante ...