Echo una mano al mejor amigo de mi marido - Relatos Eróticos

Echo una mano al mejor amigo de mi marido

... poco fui cayendo en la tentación de pensar que era lo que necesitaba. Como no quería que esa idea se apoderara de mí, decidí contárselo a Inma a sabiendas de que ella me quitaría la idea de la cabeza en un abrir y cerrar de ojos. O al menos eso era lo que creía.

- A veces pienso que debería compartir mi vida con alguien.

- Claro que sí, conmigo... pero no has querido que vivamos juntas.

- Me refiero a tener algo estable.

- ¿Con un tío?

- Sí, Inma, con un hombre.

- Ni se te ocurra, no lo necesitas para ser feliz.

- No es tan fácil como desearlo, solo digo que ya no estoy tan cerrada.

- Acabarás amargada como tu madre.

- Mi padre tampoco es que sea el hombre más feliz del mundo con ella.

- Quítatelo de la cabeza.

- Ya veremos lo que sucede.

Como le dije a Inma, encontrar el amor no era tan sencillo como quererlo, tenía que darse la coincidencia de que apareciera ese hombre supuestamente ideal. Lo que sí tenía claro era que yo no pensaba forzar nada, solo quería seguir con mi vida, pero abierta a esa posibilidad que parecía remota. Seguí volcada en mi trabajo a la espera de ese posible cambio.

En el hospital había días mejores y otros peores. No podía negar que me gustaba mi trabajo, pero a veces los turnos parecían eternos y se hacía insoportable. Lo peor de todo era que me habían colocado en urgencias y a menudo me tocaba ver cosas muy desagradables que me hacían volver a casa con el corazón encogido.

Evidentemente, no todo eran ...

... grandes tragedias. En urgencias lo más habitual era ver lesiones sin demasiada importancia o gente que no se tomaba demasiado en serio su salud y acababa enfermando. Uno de estos casos apareció un sábado por la tarde, cuando yo ya estaba a punto de irme, y me tocó visitarlo antes de derivarlo a un médico.

- ¿Qué te pasa?

- Últimamente me mareo mucho, he llegado incluso a desmayarme.

- ¿Hace mucho que te sucede?

- Desde hace un mes y medio.

- ¿Y por qué has tardado tanto en venir al hospital?

- Fui al del seguro, pero me dijo que no tenía nada.

- Supongo que no tienes ninguna enfermedad ni nada que pueda estar relacionado.

- No, en teoría estoy sanísimo.

- ¿Has vivido alguna situación de estrés?

- No sé si es a lo que te refieres, pero trabajo mucho.

- ¿Tienes mucha responsabilidad?

- Demasiada, acabo de heredar la empresa de mi padre.

- Yo no puedo darte un diagnóstico, pero creo que es evidente lo que te sucede.

- ¿Hay algo que pueda hacer?

- Creo que puedo ahorrarte pasar toda la noche en urgencias para nada.

- ¿Cómo?

- Aconsejándote que vayas a la farmacia y compres este medicamento.

- ¿Con esto será suficiente?

- Ayudará, pero es imprescindible que te tomes el trabajo con más tranquilidad.

No estaba autorizada a recomendar medicamentos en urgencias, ni siquiera los que se podían comprar sin receta, pero en el caso de ese hombre era evidente que lo único que necesitaba era relajarse. Aunque no solía saltarme las normas, ...