1. Sola con mi sobrino, en la vieja casa familiar


    Fecha: 15/10/2024, Categorías: Incesto Autor: Juan, Fuente: TodoRelatos

    ... aparecí por la cocina, Antonio se había despertado y estaba desayunando para irse a la farmacia. Salí con unas mallas ajustadas con las que pensaba caminar un rato.
    
    —Joder tía que buen cuerpo tienes.
    
    Era consciente de que el culotte de running marcaba un culo muy apretado. Mi bonito cuerpo de 62 kgs en 1,68 era fruto de caminatas y de palizas en el gimnasio.
    
    —Gracias sobrino, me alegro de que alguien se fije en mí. No sabes los esfuerzos que tengo que hacer para mantenerme.
    
    —Si sales así por el pueblo vas a provocar una estampida.
    
    —De las vacas.
    
    —Y de tíos. En este pueblo hay alguno que se lanzaría a por ti.
    
    En ese momento no estaba yo muy receptiva a levantar ninguna pasión. Pero se agradecía el cumplido.
    
    Apareció en la cocina una señora nada sofisticada, tirando a llenita, una señora cuarentona de pueblo, de edad entre los 28 de mi sobrino y los 54 míos, con formas rollizas que me presentó.
    
    —Esta es Tomasina, viene cuatro horas días alternos a ayudarme con la casa. Su tía es Mercedes la de la panadería.
    
    Cuando volvió a salir esa señora, me aclaró.
    
    —Su marido es guardia forestal y se encarga de muchas hectáreas de monte lo que le hace pasar días fuera de casa, por eso le viene bien echar unas horas cuando su marido está ausente.
    
    Recordaba a Mercedes a la que pasaría a saludar como a tanta gente del pueblo que hacía años que no veía.
    
    La casa se notaba cuidada aunque era cierto que le vendrían bien unos arreglitos. Mientras terminábamos ...
    ... de desayunar, me contó sus últimos años.
    
    —Hice un Erasmus, después me quedé un año en Inglaterra cursando un Máster Internacional y finalmente, cuando me avisaron de que la farmacia quedaba vacante, mi madre me prestó el dinero para el traspaso.
    
    —Me alegro mucho. De joven eras un poco calavera —comenté.
    
    —Pasa a verme luego por la farmacia y tomamos un café en la plaza. Verás que cambiado está el pueblo. El funeral será a las 5.
    
    No sabía cuánto tiempo me quedaría, debía mantener mi actividad en tele trabajo. Y hacer sufrir a mi marido que se preocupara por mí.
    
    Salí a caminar y a hacer un trote cochinero por el campo. ¡Qué bien se respiraba! Tras cuarenta minutos de ejercicio regresé a casa ansiosa de darme una ducha y salir por el pueblo.
    
    Me dirigí hacia el centro, quería recorrer caminando las callecitas del pueblo, reencontrarme con mi infancia. La vida que hacía en León capital no era lo que yo esperaba cuando salí de este pueblo pero ya no se podía volver atrás. Notaba las miradas de algunas personas que no solían ver gente extraña por sus calles. Debería de llevar un cartel colgado del cuello, soy Flor, la hija de Cándido y Antonia. Entonces se habrían parado a cotillear.
    
    Fui a saludar a mi sobrino a la farmacia. Me saludó una boticaria de mediana edad, con muy buena presencia que reaccionó inmediatamente al decirle quién era.
    
    —Ahora mismo le aviso, Doña Flor.
    
    Mientras esperaba, cotilleé por la botica que recordaba de mis tiempos en el pueblo ...
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