1. Sola con mi sobrino, en la vieja casa familiar


    Fecha: 15/10/2024, Categorías: Incesto Autor: Juan, Fuente: TodoRelatos

    ... creo que ella se considere promiscua, simplemente no se compromete con nadie pero tampoco se acuesta con el primero que se lo propone. Necesita sentir algo.
    
    —La conoces bien.
    
    —Hablamos mucho de emociones y de sentimientos. Y de sexo.
    
    —Parece que se te da bien. A mi no me genera incomodidad hablar de esto contigo.
    
    —Los lazos de sangres son circunstanciales. Para mí eres una amiga, con tus condiciones personales.
    
    —Puede que tengas razón, será por el tiempo que hacía que no nos veíamos o por tu madurez, pero veo en ti a un hombre muy bien formado.
    
    —Y yo veo en ti una mujer que está buenísima —soltó sin dejar de mirarme.
    
    Me quedé parada, acostumbrada a escuchar esa expresión como grosera. Pero reaccioné rápidamente. Tomé instintivamente la copa de vino.
    
    —¿Te has alterado? —se rió.
    
    —No soy tan mojigata. Pero sí me ha sorprendido.
    
    —Lo mejor es que ahora ya no eres una fantasía, ahora eres real.
    
    A las palabras les ocurre como a las flechas cuando salen del arco: ya no tienen vuelta atrás. Me sentía nerviosa sin saber muy bien que debía responder.
    
    —Creo que me sobrevaloras, pero es agradable pensar que al menos, no te parezco un carcamal.
    
    —¿Y yo? ¿Qué te parezco ahora?
    
    El derrotero de la charla iba entrando en tierras movedizas.
    
    —¡Que estás buenísimo! —Inmediatamente supe que no debí haber dicho eso—. Creo que he bebido de más, quería decir que este vino está buenísimo —me excusé insegura de haber rectificado el error —. Es ...
    ... tarde.
    
    Habíamos alcanzado una complicidad preciosa. Lástima de lazos de sangre.
    
    Antonio tomó mi mano sin esperar si lo aprobaba o no, un gesto que no rechacé, continuando el paseo de forma natural, hasta el cercano aparcamiento cercano.
    
    Al abrirme la puerta, me rodeó entre sus brazos apoyados sobre la puerta, sin dejarme posibilidad de moverme. Nos miramos a los ojos, sin que se atreviera a dar ningún paso.
    
    Durante el trayecto de vuelta hablamos poco. ¿Cansancio? Parecía que la magia que nos había acompañado durante la cena se había evaporado. Al llegar a casa, asumí su cansancio y me dirigí a mi habitación.
    
    —Buenas noches —me despedí.
    
    Antonio no respondió. Se quedó mirando cómo me alejaba.
    
    Al poco rato volvieron a sonar los golpes. Qué cabrón, me invitó a cenar y ahora estaba otra vez follando. ¿A quién le tocaba hoy? ¿Laura o Tomasina? La tonta había sido yo por imaginar que un joven como él pudiera sentirse atraído por una vieja como yo y encima familia. Que cómodo tener a mano con quién descargar en el sexo la propia frustración.
    
    Pues esta noche sí iba a dar rienda suelta a mis deseos. ¿No había recomendado como sanitario tener sexo con más frecuencia? Pues esta noche me iba a masturbar. Imaginé a Antonio cariñoso, piropeándome, me acariciaba, pasando sus manos por mi clítoris. Cuando volví a escuchar los ruidos que hacía el cabecero sobre la pared, la imagen de su dulzura cambió a imaginarlo cabalgando encima de esa rolliza asistenta que gritaba como un cerdo ...
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