1. Sola con mi sobrino, en la vieja casa familiar


    Fecha: 15/10/2024, Categorías: Incesto Autor: Juan, Fuente: TodoRelatos

    ... ante el matarife. Imaginé su enorme polla entrando y saliendo de esa mujer y fui aumentando paulatinamente la velocidad de mis dedos, jadeando cada vez más fuerte sin dejar de pensar en mi sobrino. Me desnudé para poder acariciarme los pechos. Unté un dedo de saliva, lo introduje en mi coñito. Cerré los ojos para concentrarme, quería correrme despacio, disfrutando de esa experiencia.
    
    De repente parecía que entraba en realidad virtual. Una mano acarició la mía acompañándome en mi viaje al Edén. Abrí los ojos y encontré sentado en la cama a Antonio, sonriente, una mano en la mía acelerando su movimiento y la otra acariciándome la cara.
    
    —Te estaba llamando...a través del tan-tan del cabecero.
    
    —Yo...creí que estabas con la asistenta....me dio rabia.
    
    —Y yo no me atreví a pedirte que me dejaras pasar la noche contigo.
    
    Sonreí ante mi infantilidad. Dejé su mano encargada de terminar mi dulce muerte y yo cogí con mis dos manos su cabeza atrayéndolo hacia mí, besándolo.
    
    Tiré de él hasta la cama, se tumbó a mi lado y dejé que ayudara a que terminara de correrme mientras nos besábamos con toda la furia del deseo contenido.
    
    Relajada tras mi eléctrico orgasmo, volvían las dudas incestuosas.
    
    —Me parece una locura, eres mi sobrino.
    
    —En Egipto, los faraones se casaban con hermanas, tías, sobrinas —explicó Antonio con una voz temblorosa.
    
    —Siempre me atrajo la figura de Cleopatra, tan poderosa, sacrificándose por Egipto ante los romanos —recordé su imagen—, que ...
    ... se casó con su hermano Ptolomeo de 10 años por razones de estado.
    
    Trataba de buscar una excusa que nos justificara.
    
    —¿Qué razones de estado podríamos alegar nosotros? —susurró sin dejar de acariciarme los pechos.
    
    —¿Qué razones podría alegar? Razones de estado político, ningunas. Razones de estado emocional, todas....—concluí nerviosa, sintiendo el corazón a mil por hora.
    
    Valoraba que estuviera siendo contenido aún sabiendo que me tenía a su merced, que podía follarme sin miramientos.
    
    —Podríamos alegar... enajenación transitoria. En las películas siempre funciona —apuntó él.
    
    —En mi caso la enajenación... temo que no sea transitoria.
    
    Él estaba temblando, pero no podía ser de frío. Lo acurruqué.
    
    —Podemos alegar proceso febril. ¿Por qué estás temblando?
    
    —No estoy acostumbrado a tenerte tan cerca, desnuda, a las tres de la mañana....esto es nuevo para mí.
    
    El temblor de su cuerpo se aceleró cuando acaricié su pecho, recorriéndolo de lado a lado, y de arriba abajo, introduciendo una mano por debajo de su boxer, mientras nuestras miradas se cruzaban.
    
    Con las respiraciones de ambos aceleradas, me dispuse a quitarle su boxer.
    
    —¿Qué deseas que ocurra?
    
    —Lo sabes de sobra.
    
    —Quiero escucharlo. Ya no eres aquel adolescente que se hacía pajas con los amigos a cuenta mía.
    
    —Deseo dormir contigo.
    
    —¿Quieres dormir con tu tita para protegerte del coco?
    
    —¡Quiero follarte! —gritó cansado de mi provocación.
    
    —Te ha costado decirlo —sonreí—. Yo ...