Una Nueva Puta en el Catálogo... es Profesora - Relatos Eróticos

Una Nueva Puta en el Catálogo... es Profesora

... manos. Este la escuchó y apuntó la escopeta hacia ella, haciendo que esta abriera mucho los ojos, chillara de miedo y se encondiera detrás de un árbol justo en el momento en el que este disparaba.

Luis: Quédate ahí, puta de mierda.

La mujer, con sus dedos temblorosos escuchó como ese hombre se adentraba entre medio de los árboles e intentó buscar su teléfono en los bolsillos de su jeans, pero cayó en cuenta de que lo había dejado en la Volkswagen.

***

Julián se soba la nuca y se incorpora luego de haber sentido el tercer disparo de la noche y unas palabras que no pudo dilucidar por parte de su profesor de Lenguaje. El muchacho, apoyado en las paredes, se acerca a la oficina y nota que esa pantalla está encendida... ¿por qué vomitó? Se preguntaba, mientras lentamente comenzaba a acercarse a ese computador. Cuando notó lo que ahí había, Julián sintió una dolorosa punzada en su estómago que lo acercó al basurero vomitado y comenzó a soltar arcadas; el dolor de nuca había desaparecido, miedo no sentía y luego de las arcadas, cuando pensó que su cuerpo estaba completamente controlado, hasta que comenzó a vomitar.

***

Alonso se sobaba la pierna mientras cojeaba por esa tierra húmeda, afirmándose de los troncos de los árboles para darse la fuerza de seguir avanzando. Había escuchado un tercer disparo y entendió que el profesor debía estar cerca. Un miedo nuevamente lo invadió cuando escuchó el sonido del caudal de agua, el río debía estar cerca y, por ende, el fin ...

... de su camino. Quería llegar ahí con la esperanza de encontrar algún paso que lo llevara al otro lado, pero rápidamente cayó en cuenta de que, desde que salió de esa casa por el segundo piso, todo el trayecto había sido en subida.

“Mierda” se dijo el muchacho.

Había llegado a la orilla del risco y desde la altura veía la fuerza del río iluminado por la luz de la luna que cada vez era menos intensa. Se veían piedras, troncos y todo desde unos cinco o seis metros de altura. El muchacho chistó, tanto de dolor como de miedo al verse acorralado... quizás, si siguiera la orilla del risco se podría encontrar con algún paso hacia el otro lado. Pero cuando estaba dispuesto a dar el primer paso, desde los árboles aparecía el profesor Luis caminando tranquilamente con su escopeta en las manos. No había un esbozo de risa por su inminente victoria, tampoco satisfacción, era una estatua de piedra sin ninguna expresión. Estaba ahí dispuesto a hacer lo que hiciera falta.

Alonso: P-Profesor...-Su voz se escuchaba adolorida y alzó sus manos en señal de rendición- ...por favor.

¡BANG! Ambos escucharon el crujir de unas hojas entremedio de los árboles y Luis se volteó para disparar, lo que hizo que el cuerpo del muchacho se estremeciera. El hombre siguió apuntando su escopeta unos instantes a la oscuridad, hasta cerciorarse de no ver absolutamente nada. Luego, nuevamente apuntó su escopeta al muchacho, quien comenzó a cerrar los ojos temblando de pies a cabeza, además de la ventisca ...