Los casos de Amanda: El conde de la noche - Relatos Eróticos

Los casos de Amanda: El conde de la noche

... para excitarla tan rápidamente, pero tampoco era la incómoda y humillante sensación que la embargaba cuando estaba en las cercanías de una criatura sobrenatural, de ese don y maldición que le permitía ser tan buena en su trabajo. No, aquello era tan solo un recuerdo, una vibración que había dejado en la zona una criatura de inmenso poder.

—Cuénteme lo que sepa.

—Es la sexta víctima este invierno —expuso Matheson—. Todas han seguido el mismo patrón: Salieron una noche y nunca regresaron a casa. Algunas estaban de fiesta, otras en casas de novios y amantes, otras no lo sabemos. Todas ellas han aparecido muertas casi exactamente seis semanas después de desaparecer, día arriba día abajo. Y todas… en el mismo estado.

Amanda se agachó junto al cadáver, mirándolo sin tocarlo.

—¿Causa de la muerte?

—Aún ha de venir el forense, pero si es como el resto, parada cardíaca por hipovolemia hemorrágica —se aclaró la garganta—. Desangrada. Pero no hay heridas ni puntos de inyecciones, las autopsias tampoco revelaron daños internos que justifiquen el desangramiento. Todas eran mujeres jóvenes y sanas, de entre veinte y treinta años.

Amanda alargó su fina y larga mano y rozó la piel de la joven fallecida. Sintió un cosquilleo en la punta de los dedos, como una pequeña descarga eléctrica, y la siguió lentamente con los ojos cerrados; superó el codo, el antebrazo y el hombro, deteniéndose cuando notó el punto donde la energía residual se concentraba. Claro que no podían ...

... verlo, aquellas criaturas no dejaban marcas en sus víctimas.

Abrió los ojos que brillaron levemente en la penumbra; sólo Amanda pudo ver, bajo sus dedos, las inconfundibles marcas de los colmillos en la piel intacta. Solo los vampiros de las novelas dejaban una marca tan identificativa a la vista de meros humanos, los reales las ocultan con facilidad… a no ser que uno sepa muy bien qué está buscando, y que tuviera el don y el entrenamiento de Amanda.

—Necesitaré informes de todas las víctimas: dónde desaparecieron, dónde aparecieron muertas, y las fechas y horas más exactas posibles.

—Jackson, encárguese de que se entreguen copias de los informes a la señorita White —ordenó Matheson—. ¿Dónde se aloja usted?

Ella les indicó dónde entregar los informes: un hotelito no demasiado lejos de ahí. No iba a alojarse ahí, pero había pagado al recepcionista para que le recogiera las entregas. Mientras tanto, ella debía ir al piso franco que había alquilado.

Porque lo primero que hay que hacer al enfrentarse a un vampiro, es preparar un lugar donde protegerse.

______________________________________________

Más tarde, alguien llamó a la puerta del apartamento en el que Amanda se había hecho fuerte. En el exterior, sólo encontró una carpeta con documentos y, tras cerciorarse de que no había nadie vigilando, la recogió y entró. El pequeño piso emitía un constante zumbido, fruto de la multitud de pergaminos, runas y hechizos que había hecho para protegerse. Los vampiros eran ...