Mi madre y yo, de vacaciones en la nieve
Fecha: 13/11/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: Juan, Fuente: TodoRelatos
... que la introdujera dentro pero cuando mi glande tocó su coño, saltó como un resorte.
—Lo siento Sergio, no puedo... —dijo levantándose hacia la cama.
La realidad había superado a la ilusión. Definitivamente parecía que no me la iba a follar esa noche. Pero lo que más me preocupaba era pensar que pudiera haberse creado una barrera entre los dos. Me atormentaba pensar que había hecho algo mal, la tenía a punto y la dejé escapar. Ella deseaba ser mimada y yo solo pensaba en sexo. Quise corregir mi error.
Los rescoldos de la leña aportaban una leve iluminación a la estancia. Ella se había metido desnuda a la cama. Olía de maravilla. Me abracé a ella acariciando sus pechos, besándola por su cuello. Se estremeció sin despertar. Me debatía entre avanzar y arriesgarme o continuar solo con caricias. Deslicé mi mano hacia su coñito, caracoleando alrededor hasta que me decidí a introducir unos dedos. Su mano se acercó a la mía, se detuvo sobre ella y con exquisita suavidad, la apartó. No me iba a rendir.
—Duérmete mami, solo voy a acariciarte.
Me retorcí para llegar con soltura a la posición de ataque. Me abracé a sus muslos, y me sumergí en una inmersión imprevista pero deliciosa, que ni los fondos de buceo de los mares de corales más exóticos podrían superar. La presión de sus manos sobre mi cabeza, me confirmó que no lo rechazaba. Mi capacidad pulmonar me permitió aguantar unos segundos más en esa posición, antes de salir a la superficie.
Se giró cara a cara ...
... conmigo.
—Eres el demonio. No te rindes.
—No puedo dormir. Eres un sueño que se ha metido en mi realidad.
Se quedó parada. Su mente debía procesar que es lo que debía hacer. Bajó su mano a mi polla que si estaba tiesa, al sentir sus dedos se elevó aún más.
—¿Te tranquilizarás si sigo? —dijo con dulzura, sin dejar de acariciarme la polla.
—Siii —balbuceé, acercando mis manos a su coñito.
—Cierra los ojos e imagina lo que más desees.
Depositó un dulce beso en mi cuello, produciéndome un escalofrío. Sus manos no dejaban de subir y bajar. ¿Imaginar lo que desee? No deseaba otra cosa que no fuera estar ahí pero con mi polla dentro de ella. Cerré los ojos, sentía tan cerca, su tacto, su olor, que aumentó mi excitación y el tono de mis jadeos.
La besé en la boca levemente, a modo de catar sus labios, abriéndolos ella con dulzura. Mi polla completamente erecta, mantenía el tipo.
—Parece que te sabes contener.
Volvimos a besarnos, con lengua atrevida, ya sin contención, buscando quizás ella el placer que hacía tiempo que ningún hombre le proporcionaba. Oí sus gemidos mientras me besaba, lo que hizo que mi mano buscara su coñito.
—Mmm si cariño, acaríciame tú también —susurraba—. Necesito sentir tu piel.
Sus manos aumentaron un mortífero ritmo ascendente descendente, que pretendían romper mi defensa. La detuve suavemente. Nos miramos.
—¿Te gusto de verdad? —no estaba dispuesta a entregarse porque si.
—No te cambiaría por ninguna otra mujer.
Me besó ...