Mi madre y yo, de vacaciones en la nieve - Relatos Eróticos

Mi madre y yo, de vacaciones en la nieve

... al baño para dejárselo a ella después que lo usara sin prisas. Apagué las luces para intentar dormir pero no lo conseguía, nervioso por compartir la cama con ella. Salió del baño con un pijama nada sexy.

—Desde luego, con ese pijama no me vas a enamorar —le dije.

—¡Que porras es eso de enamorarte! ¡Eres mi hijo! Y además, hace mucho frío para usar camisón.

—Ahora sí que podré presumir sin mentir que te he llevado a la cama.

—¡Qué voy a hacer contigo!

Le di un beso antes de las últimas buenas noches, costumbre que había perdido hacía años.

Al día siguiente bajamos pronto a desayunar. En la nieve hay que aprovechar el día para esquiar y por la tarde noche siempre hay reuniones o fiestas.

Mi madre, esquiaba regular y se sentía insegura después de tiempo sin subir a las pistas, no se atrevía a pasar de las pistas verdes y azules. Me quedé con ella, para que recuperara la confianza Una separación puede hacerte perder la seguridad en ti misma en todas las facetas.

Después de pasar la mañana en las pistas de principiantes, por la tarde me apetecía subir a las pistas más pronunciadas, las rojas y negras y le propuse que contratara a un monitor para que le corrigiera algunos defectos y le hiciera mejorar la técnica.

En un remonte, me encontré con un amigo que me habló de una fiesta esa noche en un pub cerca del hotel. El momento mejor en una estación de esquí es el de la noche. Me pareció ideal para repetir salida con mi madre

En la cena en el hotel ...

... mientras repasábamos como le había ido con el monitor, nos encontramos a unos amigos de mis padres y se empeñaron en que nos sentáramos con ellos.

Cuando terminamos, le dije al oído de marcharnos a la fiesta y ella se mostró cauta ante sus amigos, invitándome a que fuera yo solo.

El pub estaba animadísimo, con gente bailando en cada hueco, presentándonos a quién te tocaba al lado, en un espíritu de fiesta sano. Sobre las once me puso un mensaje.

—¿Donde estás? Ellos se han subido a la habitación y a mi no me apetece nada.

Le puse la ubicación y salí a su encuentro, porque estábamos a solo unos minutos del hotel.

—Definitivamente, no quiero a los de mi generación. Que pesados hablando de sus hijos —me saludó.

—Mañana cenamos fuera y no nos los encontramos.

Se integró inmediatamente en el ambiente. Reímos, bebimos, hablamos como dos amigos. No estaba acostumbrada a beber y el vino de la cena y el whisky que se estaba tomando, la llevaron a coger un puntito divertido.

Apareció el monitor de esquí que habíamos contratado y la saludó muy cariñoso. Pensé que no le vendría mal sentirse cortejada un poco y me alejé al encuentro de unos amigos. La miraba de reojo y la veía reír animadamente.

Aguantamos hasta que cerraron el pub. La dejé despedirse de ese monitor que le dio un piquito al que ella no se opuso. Me dejó cortado y ella también se sorprendió al cruzar la mirada conmigo que me había quedado mirándola.

—¿Te ha parecido mal Sergio? —me preguntó.

—No ...