Mi madre y yo, de vacaciones en la nieve
Fecha: 13/11/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: Juan, Fuente: TodoRelatos
... mami, solo me ha sorprendido pero me alegro de que te vayas soltando.
—Me siento feliz cariño. Salir contigo me sube la moral.
Me detuve, obligándola a detenerse. La miré fijamente. La abracé. Permanecimos unos segundos apretados el uno contra el otro. Al despegarnos, de la manera más natural, me dio un inocente beso en los labios.
—Perdona... —reaccionó con un tono de voz entrecortado.
—Le has cogido gusto a dar piquitos —le dije riendo.
—No te rías de mí. No me pareció mal con ese chico y contigo me ha salido de alma.
Por la noche volví a dejarle el baño para ella sola, pero estaba espabilado, no quería dormirme. Había dejado la chimenea encendida para que el ambiente estuviera caldeado. Y tuve premio porque olvidó el pijama y se vistió con un camisón de seda cortito, que dejaba ver por el escote un precioso sujetador.
—Esto mejora cada noche —le reconocí su cambio de vestimenta.
—Con los whiskys y la chimenea, no necesito pijama.
—Cuando alguien se pierde en la nieve, se refugian en una cueva, se desnudan y se dan calor.
—Aún no me he perdido pero a este paso, pronto me perderé ¡Por tu culpa!
La risa que le entró, signo de su estado eufórico, no le impidió acurrucarse conmigo, aunque sin desnudarse.
—¡Estoy tan a gusto! No quisiera que pienses mal de tu madre por lo de esta noche —dijo temblorosa.
—Me ha encantado comprobar que le llamabas la atención a un chico de treinta años.
—¿Es real todo esto o es parte de un juego que ...
... has creado tú?
—Las dos cosas. Es real y lo estoy creando yo para que te sientas libre. —Y para quitar hierro a la confesión, continué—. Y me alegro que no esté papá, y sea yo tu pareja.
—Me gusta comprobar que no eres celoso. Tu padre es un moro egoísta. Él si puede tener alguna amiga pero yo no podía ni hablar con un hombre.
Los desplantes de mi padre la animaban ahora a mostrarse receptiva al galanteo incluido el mío, En ese momento ya no éramos la madre y el hijo. Éramos una pareja jugando a un peligroso juego de seducción. Tenía que acelerar si quería traspasar la barrera del sonido.
—Si no fueras mi madre, ahora mismo te haría el amor.
—¡Qué locura! Si tu padre nos viera, nos excomulgaba.
—Papá no pasará esta noche solo. Ya está bien que le tengas tanto respeto.
Tardó en responder. Debía asimilar muchas cosas antes de rendirse. Sonreí. Sabía que si la trabajaba con cuidado podría conquistarla.
—Ahora que no nos oye nadie, te diré una cosa —susurraba como si pudieran escucharnos—. Me excita la situación. Si no fueras mi hijo, me encantaría que me lo hicieras.
Su confesión le salió del alma. Estaba preciosa en ese punto de ternura infantil que le producía los restos del whisky.
—Tenemos que dar rienda suelta a la ilusión, sin obligación de nada, solo de sentir.
—¿Me ayudarás? No sé hasta dónde me atreveré a llegar...
Nos dimos un abrazo de amigos que estaban firmando un pacto de sangre. Al deshacer el abrazo, me miró y me dio un nuevo ...