Asiática, madura, casada y... que me mintió - Relatos Eróticos

Asiática, madura, casada y... que me mintió

... oral. Lo hacía lamiendo y presionando con mucha virtuosidad, desde mis testículos hasta el ano, lo que es todo el perineo. Lo que me hacía que me costara no correrme. El remate llega cuando se mete mi polla en su boca, primero lame bien y luego la deja dentro, metida hasta el fondo y no se mueve, pero me hace sentir algo distinto, es como si algo dentro de su boca me follase. Mientras lo hacía me ha estado acariciando mi ano, hasta que suavemente me ha introducido un dedo y me estimula, haciéndome tener una corrida más intensa y placentera que cualquier otra hasta ese momento. Mi postura no es que sea muy noble, porque me he quedado espatarrado y lleno de placer.

Estamos un rato en la cama y hablamos. Ella me dice que estaba tan sorprendida como su marido de saber ese tipo de técnicas y me sorprende diciéndome que muchas mujeres compatriotas suyas pagarían mucho por alguien como yo. Si le digo, que me voy a marchar, pero que debe dejar atado a su marido, al menos, una hora. Con una gran sonrisa me dice que lo hará. Al decirle que cuando quiera me puede llamar, siempre que le apetezca y si no va a ser motivo de conflicto con su marido y me responde... “Te aseguro que te llamaré y por Hiroaki no te preocupes, que es un marido comprensivo que está contrariado consigo mismo. No estará enfadado porque por fin ha podido mostrar su verdadero yo”. Al salir pase junto a Hiroaki que había logrado expulsar el consolador, me despido dándole un par de azotes en el culo y diciéndole que ya le he ordenado a su mujer que lo deje así un poco más de tiempo.

Lo que me causó cierta curiosidad, que mientras él estaba diciendo eso a Hiroaki, Misako escogía una de las cañas y su cara reflejaba perversidad, me acompaño hasta la puerta, le pregunto qué porque había cogido la caña y con cierta “maldad” me dice que es para educar a su marido y quitarle las ganas de enfadarse o contrariarla.