La suegra acaba entregando su culito al yerno
Fecha: 12/12/2024,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Juan, Fuente: TodoRelatos
... entregada.
Subió sus manos a mis tetas, a la vez que yo ayudaba a su polla a entrar en mi vagina que en ese momento era ya una autopista.
—¡Como me gusta tu coñito cuando está preparado!
Me retorcía de placer. A intervalos, sabiendo que eso alargaría mi corrida, paraba sus movimientos. Cuando me pasó sus dedos por mi clítoris, restregándolo aceleradamente antes de que yo pudiera reaccionar acabó con mi estrategia y descargué de nuevo todo el morbo que iba acumulado durante la sesión.
—El mejor polvo de mi vida —confesé entre jadeos, apretándome contra su cuerpo mientras él descargaba dentro de mí.
—¿En serio? —preguntó—. ¿Entonces....?
—Descansa un poco y lanzaré la moneda de nuevo.
Después del sexo, solía entrarme hambre. Como no quería ingerir nada que pudiera ser de difícil digestión esperando todavía que me cogiera por detrás, me levanté a por un yogur. En ese descanso, me vino de nuevo mi hija a la cabeza y me prometí que si tenía que renunciar a esto por su felicidad lo haría. De nuevo en la cama, estuvimos hablando y riendo con esa complicidad que ya habíamos adquirido con la tranquilidad de que no se tenía que ir al terminar a su habitación.
Lo había dejado agotado pero le conocía y sabía que con el polvo recién echado, cuando resurgiera su polla me iba a dar caña. Llevado de la excitación que sentía y ayudado algo porque no le había dejado probar el alcohol, su polla despertó antes de lo esperado. Majestuosa, firme, mirándome directamente a ...
... los ojos. Y no podía dejar que se nos pasara la excitación. Así que tomé un poco de yogur, lo extendí sobre su polla, la metí en mi boca dulcemente. Él pensó que quería hacerle una mamada completa y se rebeló. Retiró el envase de yogur de mi mano, me tumbó sobre la cama, derramó parte del yogur sobre mi coñito y se dispuso a degustarlo sobre el cuenco de yogur más excitante que pudiera existir... ¡Qué rápido se activaba! Con cariño y conociendo lo que me gustaba su lengua, me dejé comer despacio. Acabó de comérselo todo, repelando el plato, mientras de mí boca salía un coro de gritos y gemidos que no pude contener.
El ejercicio de comerme el coño había endurecido su polla. Era más gruesa y más larga que el dildo que ya me había introducido, pero después de tanto prepararme, realmente deseaba que me la metiera por detrás. Decidí que se lo merecía. Tomé de nuevo la moneda.
—Enhorabuena, ha salido culo —dije dándome la vuelta sin haber visto siquiera que había salido.
—¿De verdad me dejas? —exclamó entusiasmado.
—Te voy a dar una oportunidad, si la desaprovechas se lo ofreceré a otra persona —le confirmé a la vez que saqué del cajón de la mesilla la crema de lubricante y restregaba gran cantidad en la entrada de mi ano.
Nervioso ante su gran ocasión, pasó sus dedos por agujerito trasero, como tantas otras veces, rodeándolo. Me miró extrañado y le sonreí. Se embadurnó de crema los dedos y con sumo cuidado comenzó a introducir, primero un dedo y al ver que entraba tan ...