Suegra borracha
Fecha: 28/12/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: Schuko, Fuente: TodoRelatos
... no era de piedra, nada más ver a su recatada vecina, reconvertida en una puerca tan liberada y cachonda, se incrementó exponencialmente cuando Sandra lo reconoció. La mujer, a la que ya se le trababa la lengua por el cebollón que llevaba, le saludó con dos besos pegajosos que rozaron los labios de Martín. La fuerte presión de sus tetas, ayudada por el arrimón del chico, puso a su soldadito en estado de alerta, tensando su bragueta. Algo que no pasó desapercibido para Sandra que, balbuceando, dijo aquella frase que hizo famosa a Mae West: «¿Llevas una pistola o es que te alegras de verme?». Martín se limitó a sonreír, relamiéndose por dentro.
Cuando Eugenia, que ejercía de inoportuno Ángel de la guarda de la despendolada guarrilla, descubrió que Martín era vecino de Sandra, negoció con él, a escondidas del grupo, para que se hiciera cargo de su inhabilitada amiga y la llevase a casa más tarde, cuando terminase el turno y la jamona hubiera dormido la mona. A Martín le faltó tiempo para aceptar. Más reticente fue Sandra e incluso alguno de los integrantes masculinos del grupo, que ya se habían hecho ilusiones de acabar empotrando la polla en alguno de los apetecibles orificios de aquella jaca que parecía dispuesta a todo.
Así que la fiesta continuó en otro lugar y Sandra, entre lágrimas y balbuceos, la borrachera ya había llegado a esa fase, se quedó solitaria en el sofá del reservado donde no tardo en tumbarse de lado y empezar a roncar como una cerda a pesar de la ...
... escandalosa música que venía desde la pequeña pista de baile, todavía muy frecuentada a las dos de la mañana.
Un par de veces, durante su turno, Martín se acercó a ver a su vecina, que dormía como una bendita con la boca semiabierta y soltando un reguerito de baba sobre el cojín del sofá. Tenía la minifalda muy subida y se apreciaba perfectamente su precioso pandero, blandito, grande y con un pequeño rastro de celulitis que debía temblar de lo lindo cuando la follasen a cuatro patas. Martín se limitó a mirar, estuvo tentado de meterle mano para ver cómo reaccionaba, pero prefirió no tentar la suerte. Ya habría tiempo para ello cuando la llevase a casa.
Sobre las dos y media de la mañana, empezó a llegar el personal del segundo turno, entre el que estaba Jorge, dos años más joven que Martín, y muy buen amigo suyo.
—Hola, Jorgito, ojo al entrar en el reservado cuatro —le saludó—. No coloques ningún grupo allí que está ocupado —comentó señalando la puerta.
—Vale, lo tendré en cuenta —respondió Martín.
—Hay una tía durmiendo. Se llama Sandra, es mi vecina que ha venido con un grupo y ha pillado una trompa como un piano. El caso es que me la han dejado aquí para que la lleve a su casa al salir.
—¿Sandra se llama? ¡Joder, voy a verla!
—Ya verás, tío, es mayor, pero está para darle polla hasta decir basta…
—Ya, ya. Es por una cosa.
Cinco minutos después Jorge se acercó a dónde estaba Martín y, visiblemente excitado, le dijo:
—¡Joder, tío, es la ostia! ¿Sabes ...