1. Mi odiosa hermanastra II (17)


    Fecha: 08/01/2025, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... tanto delicados. Aunque igual no pretendía profundizar demasiado en ellos.
    
    —Y cómo está Amalia —dije entonces.
    
    —Bien —respondió Samara—. Creo que nunca me va a perdonar del todo, pero tenemos una relación casi normal.
    
    —Debe ser difícil perdonar a una hija que se acostó con su marido —acotó Aurora.
    
    No lo dijo para recriminarle a Samara. Había cierta culpa en su tono de voz. Según sabía, tanto ella como Abril habían tenido algo con papá, pero tenía entendido que solo Samara había intimado con él cuando ya era pareja de Amalia. Y dudaba de que la mayor de las hermanas hubiera cometido el mismo error que la lujuriosa Samara. No obstante, comprendía su sensación de culpa, y también entendía que tratara de disimularlo. Al fin y al cabo algunos secretos familiares quedarían enterrados para siempre. Ni siquiera sabía si Aurora estaba al tanto de que Abril conocía su secreto. Pero era lo mejor que dejaran ese tema atrás. Amalia ya había sufrido suficiente.
    
    —Está en pareja —dijo Abril—. Aunque todavía no lo conocemos.
    
    —Supongo que tiene miedo de que me vuelva a coger a su novio —dijo Samara—. No sé por qué más bien no se fija con quién se relaciona.
    
    —Bueno, pero que ya haya podido empezar otra relación es una buena señal —opiné—. Seguro que va a superar lo de papá.
    
    —Sí. Menos mal que lo del embarazo era mentira —intervino Aurora—. Si no iba a ser imposible. ¿Te imaginás, Carlitos? Samara pasaría a ser tu madrastra.
    
    Todos estallamos en carcajadas. La verdad ...
    ... es que la idea resultaba muy divertida. Y muy sensual.
    
    —Qué lástima. Al final no te las vas a poder coger —comentó Samara, encogiéndose de hombros.
    
    —¿A quién? ¿A mamá? —preguntó Aurora, para luego soltar otra carcajada—. Estuvo muy bien en hacerle creer a Alejo que había estado con Carlitos. Ojalá hubiera sostenido el engaño por más tiempo.
    
    —Si lo hubiera hecho, ahora Carlos no podría masticar los sanguches. Tendría cuatro dientes menos —comentó Samara.
    
    Más risas. Pero no se me escapó que Abril me clavaba una intensa mirada. Al final se lo había confesado. Cuando me lo preguntó, la última vez que habíamos ido a tomar un helado, ya no quise mentirle. Pero ese era otro secreto que solo conoceríamos algunos de los protagonistas de esa historia. Al fin y al cabo, cada uno tenía su propia versión de los acontecimientos. Ni siquiera yo tenía la versión completa, pues me faltaban conocer los detalles de la época en que papá había intimado con algunas de ellas. Y para ser sincero, no estaba interesado en conocer tantos detalles.
    
    Los sanguches desaparecieron después de un rato. Llegó el atardecer, y con él, el final de la cita, lo que me sumió en tristeza. Había salido todo bien. Pensé que iba a haber más tensión. Pero incluso cuando tocamos los temas más sensibles hubo un ambiente cálido y divertido. Supongo que ellas, al igual que yo, querían que todo saliera bien. Mientras Abril doblaba la manta, me pregunté cuándo volvería a verlas de nuevo.
    
    —¿Vamos a tomar algo a ...
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