1. Mi odiosa hermanastra II (17)


    Fecha: 08/01/2025, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... cerrado los dientes en mi labio inferior, y ahora lo estaba estirando cruelmente. Luego Samara arrimó la cabeza y atacó mi oreja. Hizo lo mismo. La estiró con los dientes, a la vez que ejercía presión en ella. Luego le tocó el turno a Aurora. Me sorprendió que me mordiera un pezón a través de la camisa. Además, su mano fue a mi entrepierna.
    
    —¿Tan rápido te calentás? —me preguntó.
    
    —Ustedes me ponen así —jadeé.
    
    Me devoraron durante unos largos minutos. Sentía sus dientes en mi cuello, en mi clavícula, en mis piernas, y Abril se atrevió a morderme la pija, que por suerte estaba tan dura que impidió que los dientes se enterraran demasiado.
    
    Después hubo un forcejeo con el que me desnudaron. Me tumbaron en el sofá, a todo lo largo de él, boca arriba. De pronto sentí que unos muslos se cerraban en mi cara. Era sin dudas Samara, que también estaba desnuda y ahora me restregaba la concha en el rostro. Empecé a lamer, aunque me costaba hacerlo con sus constantes movimientos pélvicos con los que parecía querer ahogarme.
    
    Entonces sentí algo húmedo ascendiendo a través de mi verga. Se sintió exquisito y relajante. Aunque pronto los dientes mordieron el glande. Me estremecí de dolor. Lo habían hecho sin mucha fuerza, pero esa zona era muy delicada. Sin dudas había rabia en las chicas. Pero también había tanta calentura como la que yo mismo sentía. Si necesitaban desquitarse, se los permitiría, siempre y cuando me dejaran echarme un polvo con las tres a la vez. De hecho, ...
    ... podría soportar una verdadera tortura si el resultado era ese.
    
    —Yo también quiero —dijo Aurora.
    
    Eso significaba que la que me había mordido la pija era Abril. De pronto sentí que ahora eran dos lenguas las que acariciaban mi tronco, dejando toda su humedad a lo largo. La vagina de Samara en mi cara no me dejaba disfrutar el cien por cien, pero igual era increíble. Ahora las mordidas disminuyeron, y de hecho solo eran en los muslos o en el pezón, lo que hacía que resultaran tan dolorosas como placenteras.
    
    Era un festín sexual y yo era el plato principal. Después de haberlas tratado tantas veces como objetos sexuales, era lo menos que se merecían. Y esa improbable intimidad que se había armado entre los cuatro me devolvía el alma al cuerpo. Fue en ese momento en el que realmente me di cuenta de cuánta falta me hacían esas tres peculiares mujeres. Sería fantástico que Amalia apareciera y se nos uniera, pero eso ya era mucho pedir. Y con lo que tenía no solo me conformaba, sino que sentía como si mi cuerpo y mi mente fueran incapaces de procesar tanto goce.
    
    Me percaté de que Abril le estaba enseñando a Aurora a hacer una buena mamada. Se pasaban mi pija una a otra, como si estuvieran compartiendo una golosina, y cuando le tocaba a la mayor, la brujita le daba instrucciones al oído. Pero la verdadera locura era cuando volvían a hacerme un pete a dos lenguas.
    
    Como tenía la boca ocupada con Samara, tuve la excusa para no advertirles que estaba a punto de largar el semen. ...