Amor inesperado de una mujer casada 3
Fecha: 13/01/2025,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: dulceymorboso, Fuente: TodoRelatos
... invitándome a sentar en el bidet – Deja que te limpie.
Por mi coño escurría el semen y con los dedos lo recogió. Los llevó a su boca y los chupó dejándolos limpios. Repitió la misma operación pero esta vez los acercó a mi boca.
- Toma. Se que te gusta mucho.
- Ya sabes que si – Chupé sus dedos hasta dejarlos relucientes – También el tuyo, eh!
- Lo sé, mi niña.
Cómo una niña que no se atreve a pedir lo que quiere, miré hacia sus bragas e hice un puchero con la boca.
- Quieres? – me preguntó.
- Si, por favor.
Apartando las bragas a un lado, llevó los dedos al coño y recogiendo flujo con ellos los llevó a mi boca. Los chupé agradecida. No me esperaba que hiciera lo que hizo cuando cogiendo semen de mi coño, acercó su otra mano al suyo y acercó ambas a mi boca. Me estremecí al chupar y sentir que estaba saboreando el orgasmo de ambos. Los dos se habían corrido gracias a mi y tenía sus sabores mezclados en mi boca.
Después de aquel acto tan morboso, Carmen abrió el grifo del bidet y cuando vio que el agua estaba templada, me lavó el coño con gel intimo. No hizo falta que le pidiera que me masturbara, sabía que lo necesitaba y lo hizo en silencio, vigilando la puerta. Nuestro secreto tenía que seguir a buen recaudo.
- Espérame en la habitación – le dije después de que me secara – Si tu marido duerme voy a junto tuya.
- No quieres dormir un rato con él? – me dijo acariciándome la cara.
- El otro día me gustó mucho dormir con él, pero quiero ...
... estar contigo – acaricié sus mejillas – Quieres que vaya a tu cama?
- Me muero porque lo hagas, cielo.
- Espérame.
- Vale.
Cómo dos amantes furtivas nos separamos en silencio. Por la respiración profunda de Eduardo supe que dormía plácidamente y me sentí feliz cuando entré en la habitación donde me esperaba Carmen.
Con Eduardo en la otra habitación no podíamos hacer demasiado ruido pero eso no fue impedimento para que estuviéramos toda la noche haciendo el amor. Cuando una de las dos se iba a correr, nos tapábamos la boca o hundíamos la cara en la almohada, así durante horas.
Abrazadas, exhaustas después de incontables orgasmos, nos mirábamos felices.
- Que tal estás? – le pregunté mirándola a los ojos.
- En la gloria – me contestó sonriente.
- Me refiero a lo de haberme visto con Eduardo. Ya sabes… En el salón y después en la habitación.
- Me sentía rara, cariño. Verte tan excitada con él me hacía sentir algo de celos pero recordaba todo lo que hicimos durante la semana y todas las cosas que me dijiste.
- Nunca sientas celos, por favor. Yo también me sentía rara por estar tan excitada con él delante de ti. Cuando me hizo correrme en el sofá creí que me moría de la vergüenza y era como si no quisiera correrme contigo ahí mirándome pero es que es imposible con las cosas que me hace.
- Lo sé, cariño. Entiendo lo que sientes. Yo tampoco quería masturbarme mientras os veía pero verte disfrutar me pone mala y tuve que hacerlo.
- Me gustó que lo ...