Ana, la buena esposa (22)
Fecha: 17/01/2025,
Categorías:
Grandes Series,
Autor: Adanedhel, Fuente: TodoRelatos
... trasero de la becaria. Yo también resaltaba con mi pantalón, con la blusa ajustada donde mis senos, imponentes como siempre, parecían desafiar la gravedad. Nos veíamos hermosas. Dos jóvenes mujeres en la flor de la vida que llamaban la atención de los hombres mientras caminaban alegres por la ciudad. Podríamos conquistar las calles simplemente con aquellas prendas de trabajo. Sin embargo, a pesar de nuestra natural belleza, aquella no era ropa de fiesta.
Así que guie a la joven becaria hasta mi BMW. Mientras caminamos por el estacionamiento, noté de inmediato la intensidad de su mirada. Había una notoria tensión, nerviosismo. El último tramo, sin testigos, le tomé la mano. A través de nuestras manos y de mi propia mirada traté de transmitirle seguridad. Ya en el auto y sabiendo que no había ojos, me arrimé a ella.
—Te eché de menos —le dije.
Le di un corto beso en la boca que tuve que prolongar, más por insistencia de la impetuosa becaria que por deseo propio. Julieta parecía haber cambiado. Había perdido la prudencia. Fue como si siempre hubiera estado ahí su fogosidad y me la hubiera ocultado; o como si hubiera despertado otra mujer tras nuestro lascivo encuentro del día anterior.
—Tenía ganas de verte —dijo Julieta—. He pensado un montón en lo que pasó ayer.
—Yo también —aseguré.
Volvimos a besarnos. No sé por qué me sentía tan excitada. Hace un par de años no me hubiera imaginado besando a una mujer, en cambio ahora el asunto me excitaba. Especialmente ...
... cuando pensaba en hacer un trío con mi jefe.
—Quiero que vayamos de compras.
Julieta sonrió con nerviosismo.
—Quiero comprarte algo bonito para esta noche.
Julieta pareció insegura.
—¿Vamos a juntarnos con don Jorge? —preguntó. Puso una cara neutra, como esperando mi respuesta.
—Con Jorge, si —respondí.
—No entiendo… ¿Nos vamos de fiesta con él?
Comprendí que no debía asustarla. Le tomé la mano y le hablé de cerca. Le acaricié también el rostro.
—No te preocupes por Jorge… —empecé a decir—. Lo acompañamos porque le prometí hacerlo. Se lo debía de una apuesta, de una tontería. Pero nosotras podremos andar a nuestra cuenta. Jorge será nuestro chaperón, nuestro benefactor. El pagará todo y a nosotras nos tocará sólo divertirnos. Nos acompañará un rato y luego, en algún momento, se cansará de nosotras y seguramente se irá a casa. Luego, podremos estar solas.
—Pero, Ana... Jorge es tu jefe… y claramente yo estoy también bajo su jefatura en cierta forma —empezó a decir Julieta, sin rastro de malas intenciones—. ¿No crees que se verá comprometedor? ¿Y si nos vieran con él? ¿No sería inapropiado?
Me tomé un segundo para responder.
—¿Inapropiado? ¿Comprometedor? —sonreí, divertida—. Nada de eso. Además, como dije, nosotras haremos lo que queramos. Te apuesto que Jorge no hace otra cosa que sentarse a mirar la pista, beber de su whisky y tararear la música. Con suerte nos prestará atención.
—¿No crees que llamaremos su atención? —Julieta se mostró ...