Ana, la buena esposa (22)
Fecha: 17/01/2025,
Categorías:
Grandes Series,
Autor: Adanedhel, Fuente: TodoRelatos
... sacarse la blanca ropa interior, ella tomó mi mano y entró. El agua empezó a caer sobre su cabello rojo, oscureciendo lentamente sus mechones. Le hice ir hacia el fondo de la ducha y tomé algunas lociones que estaban ahí.
—Relájate, Julieta —le pedí—. Estás conmigo.
—Lo sé. Pero no suelo estar con gente en la ducha —dijo de forma tímida, pero tratando de mostrarse abierta y sonriente.
Tanto el sujetador como el calzón de Julieta se empezaron a empapar.
—¿Ni siquiera con tu Jaime sueles meterte en la ducha?
Deposité la loción en mi palma.
—Mi novio es algo pudoroso también —respondió la colorina—. A veces más que yo.
—Muéstrame la espalda —le pedí.
Ella se giró. Tenía una espalda esbelta, blanca y salpicada de unos pocos lunares. Era una muchacha sexy.
—Pues se están perdiendo de una experiencia genial —le expliqué mientras aplicaba sobre sus hombros la loción. Tenía un perfume muy tenue a flores. Olía maravillosamente.
— ¿Y tú, Ana?
—Y yo qué…
—¿Sueles hacerlo con tu marido, ducharte con él?
—Fue Tomás quien me mostró que cualquier lugar es bueno para disfrutar del placer y el relajo —aseguré.
Sin embargo, no revelé que durante el último año la experiencia la había expandido con algunos amantes, especialmente con mi jefe. Desplacé mis manos por la espalda de la joven veinteañera, desde la porción superior a la inferior. Su piel era suave. Sin embargo, el sujetador era una molestia.
—Voy a sacarte esto —anuncié.
Julieta intentó ...
... girarse, pero no se lo permití.
—Quédate quieta…, así, relájate. Déjame hacer esto.
Ella lo permitió. Tomé el sujetador y lo dejé a un lado, sobre la banca de mármol. Mi mano se paseó con más libertad sobre su pálida piel, hasta su cintura. El agua, cálida y abundante, seguía cayendo sobre nuestros cuerpos.
—Pareces muy acostumbrada a esto —dijo.
—¿A qué? —pregunté.
—A estar así con otra mujer —dijo—. ¿Has estado así con otra mujer?
La obligué a darse la vuelta y mirarme a los ojos. Me acerqué a ella. Estaba muy cerca.
—¿Te molesta que haya estado así con otra mujer? —contraataqué, en realidad sin querer responder esa clase de preguntas.
Julieta dudo, tímida. Su miraba esquivaba la mía.
—No me molesta —respondió finalmente.
—¿Segura? ¿No te molesta? —repetí la pregunta.
—No. No me molesta. Todo lo contrario.
Me sorprendió su respuesta.
—¿Todo lo contrario?
—Si. Que hayas estado con otras mujeres… creo que… me hace pensar en eso… me hace fantasear… —aseguró. Y finalmente con más seguridad dijo: Me gusta que lo hayas hecho… eso.
Le acaricié las mejillas con el dorso de mis dedos.
—Te calienta ¿ah? —susurré.
Ella asintió. Yo la tomé de la cintura e hice que me mirara directamente.
—¿Te calienta?
—Si… me excita —volvió a decir.
Julieta puso sus brazos y sus manos sobre mis pechos. Yo, con mis manos afirmadas en su estrecha cintura, hice que se pegara más a mí. Sentí mis pezones tensarse al contacto de su piel. El sonido ...