Ana, la buena esposa (22)
Fecha: 17/01/2025,
Categorías:
Grandes Series,
Autor: Adanedhel, Fuente: TodoRelatos
... de condiciones —afirmé mientras volvía a colocarme de pie.
Le tomé el mentón y dirigiendo su boca le volví a besar. Julieta me agarró de la cintura y se dejó hacer. Las caricias se multiplicaron sobre nuestros cuerpos, especialmente las que ella me daba. Era una chica muy generosa, muy vehemente. Merecía un premio.
—Julieta, siéntate ahí —le ordené.
Ella apartó los frascos de lociones y champú. Me hacía caso como una pupila a su maestra. Se sentó. Me arrodillé frente a ella, sin dejar de premiarla con caricias, de besarla. Sin dejar de tocarla donde Julieta quería, donde empezaba a aprender que ella disfrutaba.
Lentamente, bajé besándole el cuello, el tórax. Besé sus senos. Unas tetas medianas y bien colocadas, redondas como tenían que ser las tetas de esa bella pelirroja. Al lamer los pezones, al metérmelos en la boca, Julieta cerró los ojos y gimió. Sentí los senos tensarse y los pezones erguirse. Le gustaba eso. También notaba que le gustaban mis manos en sus muslos, abriendo lentamente sus piernas.
—Ana… Ana… —le escuché decir. Repetía mi voz en susurros, con devoción.
Mi boca chupó cada centímetro de esos senos, mis manos apretaron esa carne, tiraron de los pezones, piñizcaron. Mi lengua lamió por arriba, por abajo; por un lado y por el medio del tronco. Mis labios subieron a su cuello; bajaron probando su abdomen, su cintura, su pelvis. Le hice abrir más sus piernas, mostrar su entrepierna.
Podía contemplar su sexo. Una recortada línea de vello de ...
... color rojizo oscuro y que conducía hasta sus labios vaginales.
—Vamos, inclínate otro poco… acomódate bien, Julieta. Muéstrame… déjame mirar.
Julieta abrió aquellas largas y sensuales piernas. Ahí estaba ese coño, listo para mí. Me sumergí en medio de aquella zona. Le chupé el clítoris, le besé de arriba abajo, entreteniéndome también con los muslos, con la pancita plana, con la cintura estrecha. Su piel era muy blanca, pálida como si no hubiera tomado sol en años. Su coño tenía un aroma tenue que me tentaba, así que seguí chupando, intentando meter mi lengua ahí adentro, cada vez más.
—Oh, Ana…
—Voy a meter un dedo —advertí—. Iré de a poco.
Julieta no dijo nada. Tenía los ojos cerrados y respirada de manera agitada. Se notaba que disfrutaba. Disfrutaba un montón.
Metí el dedo, de manera juguetona al principio y luego de forma más intrusiva. Al mismo tiempo le besaba la zona, especialmente el clítoris. Jugueteaba con mis labios sobre sus labios vaginales. Empecé a sentir el sabor de su sexo: un leve y picante impresión que penetró en mi lengua y mi paladar. El saborcillo del sexo de mi femenina amante acompañado por el aroma también leve del sexo. Todo atenuado seguramente por el agua de la ducha.
Le escuché gemir y eso me dio a entender que todo iba bien. Me atreví a penetrarla con el dedo, más profundo y sin tanto cuidado. Lo metí y lo saqué, jugueteé con su clítoris y luego la penetré otra vez.
—¡Ah! Ah…
Metí dos dedos y concentré mis labios y mi ...