El confidente de todos (5)- la visita al pueblo
Fecha: 22/01/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: revicio666, Fuente: TodoRelatos
... imperceptible.
Y eso pareció ser suficiente para que el dueño se atreviese a dar el siguiente paso, que no fue otro que colocar suavemente una de sus manos en uno de los pechos de mi madre.
Esta al sentir esa mano directamente sobre ella, suspiro y cerró los ojos dejándose hacer.
Mama:” vaya por fin un valiente, uno que se atreve”
El dueño, viendo que mi madre no ofrecía resistencia, ni protestaba, pareció ganar confianza con más seguridad y poso su otra mano en el otro pecho, también de manera suave, los masajeaba y apretaba, pellizcando sus pezones, haciendo que estos se endureciesen, consiguiendo arrancarle varios suspiros a mi madre.
De repente el abuelo apareció tras mi madre.
Abuelo: “vamos cariño, son mis colegas, relájate y disfruta, estás entre amigos, no te arrepentirás"
En ese momento mi madre abrió los ojos y miro directamente al abuelo, se sonrió, seguía sin decir nada, es como si se dejase llevar, como si quisiera ver hasta dónde podrían llegar.
En vista de lo que estaba a punto de pasar decidí coger el móvil y grabar todo lo que pasará a partir de ese momento.
Entre mi abuelo y el dueño cogieron a mi madre en volandas y la acomodaron sobre la mesa en la que estaban jugando antes.
De forma coordinada y rápida la ropa de mi madre desapareció, en un momento estaba completamente desnuda con las piernas abiertas ofrecida a esos sátiros que manipulaban el cuerpo de mi madre a su antojo, sin mucha dificultad.
Las manos de los cuatro ...
... abuelos recorrían de forma diestra el precioso e inmóvil cuerpo de mi madre, realmente era difícil ver alguna parte del cuerpo desnudo de mi madre sin ser manoseado o cubierto por esos abuelos excitados y deseosos de disfrutar del cuerpo joven de mi madre.
Los pechos desnudos de mi madre eran manoseados y mordisqueados por el dueño turnándose con un amigo, mientras en su entrepierna uno de los amigos parecía estar haciendo las delicias, ya que mi madre no dejaba de gemir y arquearse, y mi abuelo la besaba y susurraba como para tranquilizarla y dejarse hacer, aunque desde mi punto de vista no hacía mucha falta convencerla para que accediese a que la manosearan a su gusto.
No tardó mucho mi abuelo en desnudarse y mandarlos desnudar a los otros.
Debo reconocer que el dueño y uno de los amigos gastaban una herramienta de dimensiones considerables.
Me fijé al igual que todos los presentes como mi madre clavaba su mirada en esos dos inhiestos arietes, por un momento sus ojos se abrieron de manera considerable e incluso inconsciente vimos cómo se relamió, signo inequívoco de que lo que estaba viendo le estaba gustando.
Parecía hipnotizada por ese par de pollones ya que no les quitaba ojo, e incluso su rostro mudaba a una mueca de deseo que la hacían aún más deseable si cabe.
Pero fue mi abuelo que, aunque no tenía una herramienta de esas dimensiones, también era de un buen tamaño, el primero que cogió a mi madre, tumbándola boca abajo, le saco un poco la cabeza de la ...