El hombre de la Casa 10: Confirmación
Fecha: 31/01/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: Kurosko, Fuente: TodoRelatos
... corrido—. Incluso tuve que tocarme en el baño del café, no aguanté las ganas. ¿Qué me hiciste, Luís?
No sonaba preocupada, en lo absoluto, estaba en celo. Sus dientes empezaron a mordisquear el lóbulo de mi oreja mientras suspiraba de manera cada vez más intensa.
—Esto pasa por no habérmela metido ayer. ¡Ve cómo me dejaste!
Llevó mi mano a su chocha y estaba cubierta en jugo. Sentí la garganta reseca y ahora fui yo quien se lanzó a comer su entrepierna. Ella se acomodó para volver a llevarse mi rabo a la boca y aquél 69 sólo allanó el camino para el evento principal. Ahora, con la seguridad de que ella estaba no sólo lubricada y dilatada, sino urgida, porque aquellos labios rosas estaban completamente hinchados y palpitantes cuando mi lengua se separó de ellos; no dudé ni un instante en meterla de golpe. Ahí, por primera vez, la escuché gritar sin contenerse.
—¡Ay, sí! ¡Sí, sí, sí! ¡Uf! ¡Cómo me gusta que me la metas duro!
¿Debía preocuparme que algún vecino nos escuchara? Ni me importó, para mí era una bendición escucharla bramar así, por fin, en casa. Me dejé llevar por sus órdenes y seguí embistiendo cada vez más fuerte hasta que me fue imposible empujar mis caderas con más intensidad. Mi cuerpo llegó al límite, pero aquello no iba a acabar pronto, el reto fue mantenerme, mi orgullo como hombre comenzó a picarme y cada que sentía que se me iba a entumir una pierna o las nalgas, fui cambiando de posición, tal vez no era mala idea ir al gimnasio ...
... también.
—¡Así, así! ¡Ya casi!
Gemía con un poco de dificultad mientras frotaba con frenesí su clítoris mientras su pierna se apoyaba en la parte interna de mi codo. El sudor caía en grandes gotas de mi frente justo para resbalar sobre su vientre, mi mano libre terminó apoyándome en el colchón para evitar que cayera. El corazón ya se me estaba saliendo del pecho y los últimos gemidos de Raquel los oí como si ella estuviera en otra habitación. Finalmente, sentí aquellos ligeros temblores en la pierna que sostenía a la par que en su interior, mi leche salió a duras penas, succionado por aquella cavidad que sólo se contraía más y más.
—Creo que alguien pudo habernos escuchado.
—Ni me importa —dijo ella mientras se acercó y me besó cariñosamente.
Francamente, tampoco me importó en ese momento. Nuestras manos se entrelazaron antes de tumbarnos sobre el colchón. Yo caí rendido un par de minutos, abrí los ojos y me recibieron los pezones rosados de Raquel que pendían a unos centímetros de mi boca.
—Ya me cansé de sentirme mal. Total, mamá y Julia ya lo saben, ya no hace falta esconderlo.
—¿Y qué es lo que se te ocurre, que le pida a mamá que seas mi novia?
—¡Ay! —dijo, llevándose las manos a las mejillas y meciéndose de un lado al otro, atrapando mi atención con el vaivén de ese par de mangos—. Me daría mucha pena, mejor no.
Ella permaneció sin vestirse el resto de la tarde y la sorpresa de mamá al verla fue menor, pero aún abría sus ojos con exageración. Si digo que no ...