De adolescencia, amor y sexo
Fecha: 24/02/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: Pieldemanzana, Fuente: TodoRelatos
Se me hizo tan extraña aquella primera vez. Nada sabia yo de aquello que después sería casi una constante en mi vida, el sexo. Mi infancia y adolescencia transcurrierón entre juegos y estudios, en un pueblito perdido en una sierra inmensa. Un pueblo donde apenas unos cien habitantes pululaban por sus calles, de sus quehaceres en el campo al bar del pueblo, donde apurar el vino que el mesonero elaboraba en su pequeña bodega. Una docena de chiquillos que crecimos juntos correteando aquellas calles viejas sin más preocupación que la de jugar.
Ni móviles, ni ordenadores, ni nada de esto. Una infancia libre de redes sociales ni nada parecido. Nuestra red social era la plazuela del pueblo donde, cada tarde, nos juntábamos para inventar juegos y, con el tiempo, donde quedar para salir a pasear, cuando ya los juegos comenzaron a quedar atrás.
Ni una triste discoteca, ni nada parecido. Lo más parecido a esto eran las fiestas del pueblo, una vez al año, con un grupito musical malo pero que nos hacía bailar hasta las tantas de la madrugada.
Si, claro que teníamos nuestras relaciones con chicos, pero eran tan, ¿Cómo diría? ¿Leves?, que apenas si pasaban de algún beso robado y algún apretón mientras bailabas pegado. Poco más. Lo poco que sabia del sexo era lo que comentábamos entre chicas, no mucho porque ninguna sabíamos lo que era realmente eso. Nos guiábamos más por instinto y comentarios de alguna mayor que por experiencia propia. Es decir, nada. Creo que, esto de ...
... masturbarse, llegó mucho más tarde. Alguien nos había metido en la cabeza que eso de tocarse era pecaminoso y sucio. No importaba que alguna noche te despertases con las bragas totalmente húmedas, te las cambiabas y listo.
Los dias eran largos y aburridos en aquellas soledades. La televisión como ventana al mundo y poco más.
Pasaron los años y mis padres tuvieron que mandarme a un internado donde continuar mis estudios. En una ciudad, que se me antojaba gigante, desde la ventana de aquel colegio de monjas. Algo claustrofóbico ya que no podíamos pisar la calle durante toda la semana. Solo el viernes nos era permitido salir para ir a tomar el autobús que nos llevaría de vuelta al pueblo hasta el lunes.
Este autobús fue el primer lugar donde tuve contacto con chicos que no conocía. Aquellas miradas insistentes me ruborizaban. Mis pechos se notaban mucho bajo el uniforme y eran el constante objetivo de las miradas, discretas e indiscretas, cosa que yo no entendía del todo pero que, como mujer, tuve que aceptar. Asi de inocente era….
Alberto era de un pueblo que estaba antes de llegar al mío, bastante kilómetros antes. Me atrajo desde el primer momento. Se veía divertido, siempre tenía a su alrededor un grupito de chicos que lo trataban como a un líder. De cara picara, ojos oscuros, el pelo bien peinadito a raya, como era la época. Su presencia se notaba en cuanto subía al autobús, creo que todo el mundo lo conocía alli. Procuraba irse al final del autobús, con los malotes. Donde ...