De adolescencia, amor y sexo
Fecha: 24/02/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: Pieldemanzana, Fuente: TodoRelatos
... aún. Como todo, se hizo de esperar. Los dias se hicieron largos y pesados. Impasibles. Pero, llegó por fin el ansiado viernes, la vieja parada, el viejo autobús. Mis ojos lo buscaron en cuanto llegue allí.
Y alli estaba ya. Sentado en unas escalerillas, rodeado de su grupo de amigos. Siendo el centro de atención. No me atreví a acercarme, disimule haberlo visto. Permanecí de pie pegada al letrero que anunciaba la paraba. Mirando los coches pasar. Nerviosa, muy nerviosa. Rezando porque me viese y se acercase a saludarme al menos. No pasó esto.
El autobús paró justo delante de mí. La vieja puerta hizo un ruido de aire saliendo cuando se abrió. Era la primera en entrar. Caminé por el pasillo y volví a sentarme en el asiento que daba al pasillo. En tropel, detrás de mí, un murmullo de gente, grandes y chicos acomodándose como podían en los maltratados asientos.
De reojo lo vi subir. Sus amigos con él. Pagó su billete y caminó por el pasillo. Yo rezaba porque me dijera algo, pero sin mirarlo. Temblaba mi estómago.
Casi salté de mi asiento cuando su “hola” me saludó. Respondí con mi mejor sonrisa. Olvidando a sus amigos, me pidió si se podía sentar conmigo. Ahora sí, mis nervios me hicieron temblar cuando quitaba la mochila del asiento para que él se sentara. Que subidón de adrenalina, por dios. Solo era un chico, no más, pero era aquel chico.
De nuevo su pierna rozando la mía. Una conversación divertida. Mis ojos saltaban de su cara a la nada del exterior. Sus ...
... ojos oscuros clavados en los míos al hablarme, los míos corriendo de ellos al respaldo del asiento anterior a cualquier sitio. Mis manos apretadas en mi regazo.
La queja de sus amigos al fondo porque no se había sentado con ellos. La envidia de las chicas rozando mi piel.
Parecía no importarle todo aquello. Conversaba conmigo, que apenas podía contestar casi nada más que con monosílabos y poco más. Él me veía nerviosa. Me fue tranquilizando con su divertida charla. Relajándome, haciéndome sentir bien. Sentí su pierna apretarse contra la mía. El corazón me dio un vuelco, no, esta vez no había sido la inercia de una curva. Baje la mirada avergonzada.
La oscuridad de nuevo envolvió al autobús cuando el sol se metió en el horizonte. De nuevo dos largas horas por delante. Poco a poco me fui abriendo a aquel chico, me sentí confiada. Quizás era el comienzo de una amistad o algo más. Me sentía bien estando con él. Aguanté su pierna apretando la mía contra ella.
La conversación fluyó por caminos de intimidades a medias, con pequeños secretos, con pequeñas confesiones. A mis diecisiete poco podía contar y mis experiencias no iban más allá de aquel pueblito perdido o las paredes frías de un colegio de monjas. Aun asi tenía cosas de qué hablar con él.
Poco a poco llegó el momento de su parada. Apenas faltaban unos minutos para que se levantándose, dejándome alli sentada, sola de nuevo. Sin esperarlo, tomó mi mano y me dijo “hasta el viernes” dándome un beso robado en los ...