Una Buena Ocasión 2 - Relatos Eróticos

Una Buena Ocasión 2

... y a por otra cuando me canso, pero poco más. -le dijo sin más, pero la directora alucinado, con lo que volvía a explicar sin ningún rubor.

Damián empezó a sentir más miedo y vergüenza, temiendo abalanzarse a la directora y ponerle la polla en la boca. No quería, pero deseaba verla tragando su polla y protestando hasta que se la devorará gustosa con la camisa abierta y un pezón suyo maltratado entre sus dedos.

Para Sandra fue un shock, el cambio de personalidad le apasionaba, y posiblemente tenía a un espécimen delante de ella, después de tanto leer sobre ellos. Se puso más derecha, y le preguntó tranquilamente, pero ansiosa por saber más:

- ¿Quieres que te llame Santiago?, ¿Santi? .- y espero su respuesta cogiendo su bloc personal y abriéndolo en una hoja en blanco.

-Para empezar sí, pero si se suelta el pelo me haría un favor, y estaríamos empate. - le contestó también sentándose más cómodo y acomodándose la polla a un lado con todo el descaró, y los ojos de la directora intentando no abrirse más al ver el bulto.

-Eso no va a suceder, recuerda quien soy, y te llamare como quieras que te llame, pero deja ya el acoso por favor. – le pidió muy profesional.

-Muy bien, mientes muy bien. Vale, ahora te mentiré yo también, y veremos que apuntes más sustanciosos e inútiles sacas doctora. - le dijo dejandola de piedra. El chico no sabía que era psicóloga, prácticamente nadie en el instituto, pero lo sabía.

Apunto unas cosas más y se le quedo mirando, pensando ...

... en su movimiento.

Damián alucinaba con lo que pasaba, su problema de hormonas ¿iba a peor, o mejor?, pensaba sin poder evitar desear meterle la polla en la boca a la directora y follársela hasta que se atragantara con la lefa.

- ¿Cómo te diviertes después de estudiar? ¿Qué aficiones tienes?. - le preguntó intentando no volver a llamarle la atención por su mirada lasciva e insistente.

-Hago puzles de gatitos, y salto a la comba en el patio de casa, poco más. - le dijo con una sonrisa, pero ella no apunto nada, solo le sonreía también.

- ¿Te crees que me soltare el pelo para conseguir respuestas sinceras? ¿luego que vendrá? ¿Abrir la blusa un botón?, ¿dos? Te pueden las hormonas Santiago, lo entiendo. -le soltó descarada y sonriente, volviendo a apuntar en su bloc.

-Estamos solos, ¿Qué problema hay? Además, ya te he dicho que tengo esa intriga por verte de “paisano”. - le contestó, haciendo que se ruborizara una pizca más.

Damián ya estaba harto, no caería la canija, y se quería ir, y Sandra empezaba a sentir el deseo del chico, y se intentaba controlar para no abroncarle más o seguirle el juego y ver que le hacia este chico tan magnético y deseable.

- ¿Me puedo ir ya? - le preguntó resoplando.

-No, te vas a quedar hasta que lleguen tus padres. Tienes un problema Damián, porque te llamas Damián, hasta los 18 que te lo cambies. - le dijo apuntando algo en su bloc, y cerrándolo derrotada.

- ¡Jajaja! te faltan tablas Sandra, ha sido muy fácil. - le dijo ...