Al Servicio del Sultán 3 - Relatos Eróticos

Al Servicio del Sultán 3

... y ver la mata de pelo oscuro de su coño, se me hace raro después de verlo tanto tiempo afeitado, pero ahora tiene su vida lejos de mí y no quiere que nadie sepa que una vez fue mi esclava.

“Volveré a afeitármelo si tú quieres;” me dice sentándose sobre mis rodillas abriendo las piernas para darme acceso a su coño.

“No hace falta;” le digo. “Ya no tienes que hacer nada para complacerme, hace mucho que eres una mujer libre;” añado llevando una mano a su coño, introduciendo dos dedos dentro mientras juego con el anillo de su clítoris.

“Siempre haré todo lo necesario para complacerte;” me dice con la voz entrecortada por el placer. “Fuiste mi Amo, mi esposo, pero sigues siendo mi mejor amigo, mi amante, mi única familia, el padre de mi hija;” me dice besándome apasionadamente.

Sus gemidos y sus palabras provocan que mi polla se ponga dura, sin pensármelo la levanto en brazos y después de limpiar la mesa de papeles la tumbo en ella y me entierro entre sus piernas.

Jimena suelta un grito de victoria, como si hubiese conseguido lo que venía a buscar. Me conoce bien y sabe que me la voy a follar duro y rápido, sin importarme su placer, por suerte su cuerpo está acostumbrado a mí y responde de inmediato a mi polla estirando su coño.

A pesar de haberme corrido hace unos minutos en su boca, apenas aguanto cinco minutos follándome a Jimena, corriéndome en su interior a la vez que ella llega al orgasmo.

Vuelvo a levantar a Jimena y a sentarla sobre mí, esta vez ...

... manteniendo mi polla dentro, me mantengo quieto dejando que sean los movimientos de su cuerpo los que vuelvan a ponerme duro. Mientras tanto charlamos de lo ocurrido en los últimos meses, en los que apenas nos hemos visto en una docena de ocasiones.

“¿Cómo está la pequeña Sara?” le pregunto a Jimena.

“Volviendo loca a las esclavas que me regalaste para cuidarla y asombrando a los profesores por la manera en que lo aprende todo, ha heredado de su padre las habilidades para los idiomas;” me dice emocionándose al hablar de la pequeña.

“Y la belleza de su madre;” le digo recordando la larga melena negra azabache y la piel clara que tenía la pequeña la última vez que la vi.

“Te echa de menos, pregunta todos los días por ti;” me dice desviando la mirada.

“No es el momento, no sé lo que me va a deparar el futuro tras la muerte de Saladino, Hafel lleva meses desaparecido, seguramente esté muerto, si no lo está tendrá que refugiarse en Egipto, en la corte del hijo de Saladino, Al-Aziz Utman. El nuevo Sultán de Siria, Al-Afdal está acabando con todo lo relacionado con el antiguo Sultán, y yo soy uno de sus aliados más conocidos;” le digo a Jimena.

“Habla con el Emperador Issac, respeta a la Guardia Varena, y esta te tiene en muy alta estima gracias a todos los negocios que les has ayudado hacer estos años;” me comenta Jimena.

“Son cristianos al igual que el Emperador, yo soy un musulmán, un renegado cristiano, que sin el apoyo de Saladino no valgo nada;” le digo ...