Al Servicio del Sultán 3 - Relatos Eróticos

Al Servicio del Sultán 3

... solo yo voy a disfrutar con ella durante nuestro viaje, Zeiga, Yaritza y Merary van a estar muy entretenidas con ella.

“Aféitalas su coño para que mañana podamos marcarlas y colócalas un collar;” le ordeno a Merary, “Luego desátalas y encadena su collar a la pared para que puedan dormir.”

17 de Enero del año 1184 / 1 de Chawwâl del año 579

Aunque la mayoría de los soldados ya han partido hacía Damasco, Saladino ha permanecido en Alejandría para despedirse de nosotros.

La caravana cuenta con unos quinientos componentes entre ellos las cien esclavas más otro medio centenar de esclavos como portadores, vamos escoltados por doscientos soldados de Saladino y cincuenta nómadas de Moussa, el resto son comerciantes que aprovechan la caravana para viajar seguros hacia el sur, convencidos de que nadie se atreverá a atacar una caravana tan armada.

“Que Alá guie tu camino;” me dice Saladino despidiéndose de manera formal al estar delante de tanta gente, ya nos despedimos por la noche en una pequeña fiesta.

Me despido de Moussa, Sarah y Laila y me acerco a Jimena, que tiene los ojos rojos de tanto llorar. Me arrodillo a sus pies y doy un suave beso a su redonda barriga, luego me levanto, y agarrando su cara le doy un apasionado beso, sin importarme que a efectos de la mayoría de las personas que están mirando sea una esclava.

Justo cuando rompo el beso llevo mi mano al cuello de Jimena, y abriendo el cierre del collar se lo quito y le arrojó al suelo dejando ...

... claro a todos los presentes que ahora es una mujer libre. Inmediatamente me arrodillo y sacando un simple anillo de plata le coloco en su dedo índice, convirtiéndola a todos los efectos en mi mujer.

“Nos casaremos cuando regrese del viaje;” le digo apoyando mi frente en la suya, “Siento no poder estar presente cuando nazca nuestro bebé, pero todo saldrá bien y volveré para conocerlo.”

Por último me acerco a Hafel, que sin importarle nada lo que digan y el protocolo me da un fuerte abrazo.

“Uno de los comerciantes es uno de mis hassassin;” me dice Hafel en voz baja, “Le reconocerás enseguida, aunque su viaje no tiene nada que ver con el tuyo, si necesitas ayuda no dudes en pedírsela, tiene órdenes de dártela.”

Antes de separarnos me acerco a Hafel y le susurro algo al oído, cuando me separo sonrío al ver su cara.

“Prométemelo;” le digo antes de alejarme.

“Te lo prometo;” me responde. “Haré lo que me pides.”

Monto en mi caballo y comenzamos el viaje, cuando nos hemos alejado de Alejandría, Zeiga se coloca a mi lado.

“¿Qué tenía que prometerte Hafel?” me pregunta, mirándome con curiosidad, sabiendo que tiene que ser algo importante para que se lo haya pedido justo en ese momento.

“Le he pedido que me prometa que si me pasa algo y no regreso tome a Jimena como esposa y cuide de ella y del bebé;” le contesto a Zeiga. “Hafel es la única persona en la que Jimena confiaría y además…”

“Está enamorado de Jimena;” termina mi frase Zeiga.

Continuará…