El concesionario familiar. (5)
Fecha: 14/04/2025,
Categorías:
Grandes Relatos,
Autor: GUILLEOSC, Fuente: TodoRelatos
... cuando se tensaba, hasta que no aguantó. Gritó con ganas despegando su boca de las sábanas,“¡Qué te reparióRamiro, rompeme el culo, me estoy muriendo de placer!” ... Allí fue cuando me tomé el tiempo para la crema y los dedos la llevaron a moverse y a llorisquear y rogar porque quería sentir mi pedazo en sus tripas, no es invento, así lo pedía a los gritos,“meteme el tronco en las tripas, enderezá todo allí, necesito sentirlo”. Hacerla esperar pasaría a ser tortura y yo también necesitaba“hacer esa cola”.
El glande se apoyó en su agujerito lubricado y tembló como si tuviera escalofríos, no fue difícil, pero desde que el glande entró comenzó con sus gritos y hasta la mitad no fueron gemidos.“Pará un poco, me duele, me lo estás rompiendo todo, seguí, dame más, eso, eso, ya se acomodó, dejame moverme, ¡ayyy, mierda, no se aguanta!”, -decía mezclando todo, pero trataba de colaborar moviendo las nalgas, aunque muy sutilmente. Quedaba un poco menos de media verga afuera y con el ataque de sadismo a cuestas, se la enterré sin decir“agua va”,“¡Agggg, no sos mi hermano, sos un puto rompeculos!,Ramiro, esperá un poco no te muevas”, -me pidió en un grito que hizo temblar los vidrios de las ventanas-, sin embargo, era ella quien trataba de levantar sus nalgas para que mi verga se introdujera más.“No esperes, rompé, esto no se puede creer”, -decía sin abandonar su tono alto.
Fueron dos o tres segundos por reloj y mi ritmo de entradas y salidas comenzó a incrementarse con ...
... beneplácito de ambos, sí, me expreso bien, de los dos porque yo gozaba enormemente penetrando ese culo fantástico, pero ella no se quedaba atrás. Había apoyado codos y antebrazos sobre las sábanas y movía sus caderas tratando de imprimir su propio ritmo un tanto desacompasado. Me tenté juro que me tenté con ganas de golpear esas nalgas inquietas tratando de calmarla, pero me contuve a tiempo, con ella no era aconsejable utilizar ni una pizca de violencia o algo que se le pareciera.
No sé cuánto pasó cuando ella comenzó con sus orgasmos en un in-crescendo delicioso, lo que sí sé y no me quedaban dudas era de que estaba gozando su rotura de culo y yo, ni contarlo. Mis ganas estaban a tope, mi orgasmo descendía por mi columna y parecía aprisionar mis testículos, mi verga palpitaba enfervorizada y me apreté contra sus nalgas aferrando sus caderas para dejar que sus tripas se inundaran de leche caliente. Tampoco quise ni pude contener mi grito de satisfacción. Los apretones de su esfínter me desquiciaban y ni se esforzaba para ello, era natural, puramente físico y tenía que ver con sus contracciones y temblores que, por otra parte,Diana no contenía porque se mostraba totalmente entregada y feliz de darse por entera a“su hombre”. Llámenle ego si quieren, yo no la imaginaba entregada así con ningún otro y estaba convencido de que ella así lo sentía.
“Sacame las almohadas amor, quiero sentir toda tu piel sobre la mía, yo me aguanto, te juro que no me va a doler”, -pidió como rogando-. ...