La viuda y el muchacho - Relatos Eróticos

La viuda y el muchacho

... fácil. Si yo te contara…

— Pues cuenta, no te preocupes. Yo comprendo lo que te ocurre, de verdad. Me parece muy lícito que hagas todo lo que está en tu mano para educar al chico, mantenerle centrado, seguro de tu estima, de tu afecto, de que siempre podrá contar contigo, en cualquier momento, para cualquier cosa, pase lo que pase…

— Es muy bonito eso que dices —dijo cogiéndome del brazo— Yo no lo hubiera sabido explicar tan bien, pero es justo eso, que quiero lo mejor para él —y para ti también, no te jode, pensé yo— Pero deja que te cuente lo que ha pasado esta mañana, que estoy un poco preocupada. Verás, —recapacitó tomándose un segundo— independientemente de cómo lo hagamos, yo sé que Moisés me hará gozar. Es muy mañoso, sabes. Por eso nunca he tenido reparos en entregarme a él. Me da vergüenza decirlo, pero lo hacemos mucho… Y aquí mantenemos las formas, pero un sábado nos fuimos a cenar a un pueblo donde nadie nos conocía y allí nos comportamos como una pareja cualquiera. Nos importaba un rábano que la gente nos mirase por la diferencia de edad. Nos besamos en el restaurante, bailamos de forma lujuriosa en un pub y nos dimos el lote en cada esquina… En fin, que como habíamos reservado una habitación, fue fantástico, porque por primera vez pude gritar a gusto. Lo hace genial, sabes, es muy imaginativo, y de algún modo sabe ser cariñoso o impetuoso cuando corresponde. Su único defecto es que siempre me quiere encular para que me corra a lo bestia…

El muchacho ...

... nos seguía a diez pasos de distancia, con las manos a la espalda y el gesto sombrío de un guardaespaldas. Por su parte, Maricruz continuaba caminando con torpeza, como si la falda le quedase demasiado estrecha. Estaba visiblemente sofocada por lo que estaba a punto de contar e hizo una pausa que proporcionó todavía más intriga a su relato.

—...Bueno, a lo que iba… Lo que ocurre es que Moisés se ha vuelto bastante celoso y, como sabía que ibas a venir hoy, esta mañana no ha tenido piedad. Yo me estaba duchando cuando de repente ha aparecido y se ha metido dentro, bajo el agua, conmigo, los dos juntos. Yo creía que iba a ser tan cariñoso como siempre, pero no, no quería hacer el amor, quería follar, y sabes qué ha hecho. Me ha tirado del pelo para que me pusiera de rodillas y me ha obligado a mamársela. Bueno, pues yo creía que se trataba sólo de una rabieta, y esa ha sido mi perdición, porque en cuanto Moisés se ha corrido, me ha dado la vuelta y me ha puesto en cuatro sin contemplaciones. Ha sido increíble, todavía tenía su leche en la boca cuando me la ha metido. No he tardado ni un minuto en correrme, pero en lugar de dejarlo ahí, me la ha sacado, se ha tendido en el suelo, y me ha ordenado que me sentara sobre su verga. Yo le he dicho que ya tenía suficiente, y el muy terco me ha respondido que no, que iba a tener de sobra.

Maricruz y yo íbamos delante del muchacho, pendientes de que no se alejara. Moisés parecía mucho mayor que hacía sólo unas semanas, mientras su ...