1. La viuda y el muchacho


    Fecha: 04/05/2025, Categorías: Incesto Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos

    ... abandonado, y comencé a sentir remordimientos. Me sabía culpable por haber infundido esperanzas al chico. Más aún, por haberle proporcionado instrucciones precisas sobre cómo debía proceder para superar cualquier reticencia por parte de su madre hasta hacerla claudicar.
    
    —…Y una noche Moisés aprovechó que yo le daba la espalda para sodomizarme —sollozó la pobre de forma dramática— Entonces todo se precipitó, porque ya sabes como puedo a correrme por ahí. No me explicaba como había sido capaz de hacerme gozar así, pero él me aseguró que había aprendido de ti, que tú le habías encomendado hacerme feliz en todos los sentidos. Bastó con que mencionase tu nombre para que me ofuscase. Su cuerpo era para mí tú cuerpo; sus labios, los tuyos; y su polla... Aquella primera noche Moisés me dio placer durante horas, llegó a correrse cuatro veces y me provocó un sinfín de orgasmos. Y desde aquel ensueño ya no fui capaz de resistirme, de negarle nada. Su deseo era inmenso, Alberto. Y mi voluntad… Mi voluntad era que me hiciera el amor a todas horas. No sé si sería su pasión o la novedad de volver a gozar de un cuerpo joven y enérgico, o puede que la menopausia, vete a saber… El caso es que me sentía permanentemente excitada si él estaba cerca, si me miraba, si me rozaba… A todas horas me decía lo guapa que estaba, lo bien que me sentaban los pantalones y, en fin…
    
    Mientras paseábamos, miré de soslayo el trasero de Maricruz, embutido en ese instante en una elegante falda marrón. Me ...
    ... seguía dando la impresión de que caminaba muy estirada, altiva, quizá debido a que calzaba unas botas de tacón alto que ayudaban a perfilar sus preciosas piernas y redondeaban aquel hermoso trasero, pero que le impedían caminar con normalidad.
    
    No me atrevía a interrumpirla. De hecho la escuchaba absorto. La viuda estaba tan fascinada con el muchacho que casi sentí envidia. Su relato parecía una narración épica, un suceso glorioso a la altura de la Ilíada de Aquiles o las aventuras de Hércules.
    
    Con todo, la fogosidad en un adolescente era algo normal, no me extrañaba en absoluto. Además, yo tenía fe en el muchacho. Lo tenía todo a favor, era astuto, perseverante y tenía buen rabo. Lo que no esperaba era que Maricruz se le entregara tan completamente, con un fervor suicida.
    
    — Harías bien en ponerle límites antes de que te consuma —le aconsejé de forma un tanto egoísta.
    
    — Es que no puedo, ya te lo he dicho —la pobre se encogió de hombros sin atinar a poner una excusa— Además, ha sido bueno para él, tú mismo lo dijiste. Nunca se había aplicado tanto con los estudios como este último trimestre. Tenías que haberlo visto estudiar durante horas. Me siento muy orgullosa, sabes.
    
    — Sí, claro, lo entiendo. Moisés desea tu aprecio, que le valores y le admires, pero tú deber es ponerle límites...
    
    — Sí, claro —reconoció, pero sin admitir en ningún momento que estaba disfrutando de lo lindo con aquel pacto. Estudio a cambio de sexo— Lo intentaré este verano, pero no va a ser ...
«12...8910...13»