Memorias de Sandra. Primeros cuernos para Ramón - Relatos Eróticos

Memorias de Sandra. Primeros cuernos para Ramón

... emocional de la conexión durante esos momentos de cuidado personal, que la atmósfera en la habitación se había cargado completamente de sexo. A la expectativa por el encuentro con Julián se le iba a unir una sensualidad insinuada por su conversación con Ramón.

Julián, mostrando un interés descomunal, una excitación y curiosidad morbosa, continuó inquiriendo más: "¿Y cómo te hace sentir emocionalmente? Me refiero a cómo la ves a ella y cómo te sientes tú".

Ramón, con una mirada cómplice, compartió: "Es más que solo el alivio de eyacular. Tener la verga en su boca es el paraíso. Y en sus manos…ufffff. Es como si sus manos fueran capaces de disipar cualquier problema que tengas en la vida, cualquier contratiempo emocional que puedas tener".

Julián, con una sonrisa pícara y la polla goteando bajo el bóxer, imaginándose recibiendo semejantes atenciones de mi boca y mis manos, preguntó de nuevo. "¿Y qué hay de esos masajes en los huevos que mencionabas antes?".

Ramón, entre risas, describió: "Los masajes de mi esposa en los huevos son otro nivel. Sofía encuentra la forma de moverlos a la vez que te la chupa y hace que te olvides de cualquier preocupación. Es como si cada amasamiento en tus bolas desencadenara una cascada de bienestar. No sé cómo lo hace, pero definitivamente es algo único, sobre todo cuando juega con su dedito en tu ano".

Ellos no se cortaban en el volumen de la conversación, especialmente mi esposo al relatar los masajes, hablaba en alto para ...

... que yo le oyese bien. Y yo, mientras escuchaba la conversación desde mi posición, era invadida por la excitación más absoluta. La complicidad entre Julián y Ramón se manifestaba en risas y aquellos detalles tan escabrosos sobre los masajes, creando un ambiente tórrido y sensual entre ellos en mi ausencia. Mi dormitorio había quedado impregnado con el olor sensual de mi perfume. Había mirado por última vez mi reflejo en el espejo, disfrutando de mi espléndido cuerpo curvado, generoso y casi desnudo por lo exiguo de la lencería. Había estado intentando ocultar la emoción nerviosa que sentía al verme así de zorra en el cristal. Mis manos habían temblado ligeramente mientras delineaba mis labios, añadiendo un toque de sensualidad al maquillaje.

Sin saber porqué me asaltó el recuerdo de mi estreno en una felación. Fue a mi primer novio hace años. Un recuerdo que sigue siendo un tesoro en mi memoria. Fue un momento lleno de emoción y expectativa, una experiencia especial que marcó mi juventud, que provocó que me convirtiese en la chica de la clase con más penes comidos, lamidos y leche bebida.

Aquella primera mamada permanece nítida en mi memoria. La agitación en el aire, sus manos temblorosas bajando la cremallera y sacando la verga ya durísima, a punto de correrse. La conexión única que sentíamos el uno hacia el otro cuando agarré la tranca caliente y un borbotón de esperma escapó sin querer resbalando hasta mi mano. Estábamos en un rincón tranquilo, alejados de miradas ...