Memorias de Sandra. Primeros cuernos para Ramón - Relatos Eróticos

Memorias de Sandra. Primeros cuernos para Ramón

... indiscretas, como si el mundo se desvaneciera a nuestro alrededor. Las mariposas en el estómago y el latir acelerado de su polla que sufría contracciones, eran síntomas de la emoción que inundaba el momento.

La suavidad de la piel de la verga me sorprendió y no pude menos que agacharme y ponerla entre los labios de mi boca, en un movimiento tan delicado como emocionante. Fue un beso tierno, lleno de inocencia y curiosidad en aquella caperuza roja e hinchada que coronaba semejante tranca. La sensación de lo desconocido, la timidez compartida y la chispa de romance hicieron que ese instante fuera inolvidable.

Estaba claro que el chico no iba a aguantar y eso fue lo que sucedió. En cuanto sintió la humedad dulce de mi boca y la caricia de mi lengua, brotó incontenible un manantial de semen que instintivamente trague. Ese primer pene inexperto e inocente marcó el inicio de un viaje de descubrimiento emocional, un capítulo en el que comencé a explorar el mundo de las pasiones más calientes y de las conexiones íntimas entre sexo y sexo. Aunque el tiempo ha pasado, la dulzura de ese momento perdura como un recuerdo entrañable que llevó consigo la magia y la ingenuidad de la juventud. Y me lleva a recordarlo cuando una nueva polla asoma en el horizonte de sucesos. Y esta noche me esperaban dos vergas abajo en el salón.

Con una sonrisa picara, terminé de perfumarme, lista para unirme a ellos y descubrir cómo continuaría la inusual velada cuando me viesen aparecer en bragas y ...

... sujetador. Vestida con mi conjunto gris perla de lencería más lujoso, con miedo a mojar mi coño por la excitación salí de mi cuarto y comencé a bajar las escaleras. El incertidumbre se apoderaba de mí al acercarme sigilosa a ellos y escuchar las descripciones juguetonas de Ramón sobre mis masturbaciones y felaciones en su polla, que aún continuaban. Cada palabra resonaba en mi mente, aumentando la humedad de mi entrepierna ante la inusual velada que me esperaba. Para mí no era ningún secreto cómo iba a acabar todo aquello, era plenamente consciente de que acabaría follada por el jefe de mi esposo. Preferí esperar a que Ramón terminase la descriptiva redacción de mis trabajos antes de aparecer ante ellos. A pesar de la morbo que sentía mi coño para unirme a mis dos hombres, la velada estaba tomando un giro que me hacía más cauta. La dualidad entre el juego y realidad se manifestaba en mi estado de ánimo alterado desdibujando donde acababa una cosa, la realidad, y donde iba a dar comienzo el juego, el de la esposa y furcia. Las emociones se entrelazaban, creando una mezcla de incertidumbre, calor íntimo, sensualidad e morbo ante los sucesos que se avecinaban aquella noche.

Sumergida en mis recuerdos, cerré la puerta con cuidado detrás de mí, consciente de que lo que seguía en la velada podía definir la naturaleza de las relaciones entre nosotros tres: mi esposo, su jefe y yo.

Según bajaba las escaleras en ropa interior, pude ver el salón en toda su elegancia. Los sofás de ...