Memorias de Sandra. Primeros cuernos para Ramón - Relatos Eróticos

Memorias de Sandra. Primeros cuernos para Ramón

... su jefe follándome con los dedos y escuchaba como un testigo mudo, sumiso y espectador sin voluntad de la danza de tocamientos a la que el jefe me sometía. Sin sospecharlo comprendió que en realidad aquella era su verdadera vocación. La de un sumiso servil, humillado y, si llegaba el caso, maltratado.

Ramón, aunque en silencio, aceptaba el significado detrás de mi petición y de la aceptación de Julián. Era como si estuviera atrapado entre la realidad y la fantasía, consciente de que esta confesión podía abrir puertas insospechadas en nuestro trío. La habitación se llenaba con una energía inusual, como si estuviéramos explorando un territorio nuevo y emocionante. Y la erección de los dos hombres que me acompañaban era tan dura, tan definitiva que ambos notaban los testículos cargadísimos a punto de reventar.

"¿Te gustaría que exploráramos juntos esos sueños, Sofía, que te haga mía cuando me dé la gana, que te llame a la hora que te llame dejes solo al cornudo y vengas a servirme a mí o a mis amigos?" preguntó Julián.

Sus palabras cargadas de un sentido que no pasó desapercibido. Ya no era un juego de insinuaciones y sugerencias, donde las palabras se convertían en un lienzo en blanco para pintar nuestras fantasías compartidas. Se trababa de un compromiso que debía aceptar o rechazar.

Sonreí con una mezcla de complicidad y morbo. "Creo que sería interesante ser tu esclava", respondí, permitiendo que mi voz resonara con un tono sugerente. La idea de llevar esos ...

... sueños a la realidad me inundaba. Era una invitación a sumergirme en un territorio inexplorado.

Ramón, aún en silencio, era parte muda, sin voluntad propia de este juego, un testigo mudo de la evolución de nuestra relación tripartita, un cornudo consentido que obtenía placer de ser ninguneado.

La noche avanzaba, formábamos un trío en el que las fronteras entre lo deseado y lo prohibido se volvían cada vez más borrosas. Era un capítulo nuevo en nuestra historia compartida, donde las palabras se convertían en la llave de puertas aún por abrir. Y donde lo único cierto eran los dedos de Julián, impregnados de mis humores, de mi flujo resbaloso y caliente, palpando la entrada de la vagina y azotándome ya más dulcemente.

“Comienza por sentarte aquí, zorrita” me ordenó nuestro nuevo director “de frente a mí”

Me incorporé y abrí las piernas a horcajadas sobre mi nuevo amo, situando mi tanga, la parte del coñito justo encima del bulto de la polla de Julián.

https://drive.google.com/file/d/1X2_KdAj8CJjYg0fwj3C4hMgLuDVlvumY/view?usp=drive_link

En la nueva posición Julián elevaba sus caderas para hacerme sentir la verga, separada de mi coño por los pantalones y mi tanga mojado. La habitación estaba cargada de una atmósfera tan intensa que se podía cortar, mientras Julián me agarraba de la nuca y atraía mi boca hacia la suya. Ramón, mi esposo, en su papel sumiso, se limitaba a observar las maniobras con una expresión que oscilaba entre el deleite y la idiotez. Aunque en ...