Memorias de Sandra. Primeros cuernos para Ramón - Relatos Eróticos

Memorias de Sandra. Primeros cuernos para Ramón

... nuevo en mi matrimonio, sino que también estaba revelando una dimensión más profunda de nosotros mismos, llevando la realidad de cada uno de los tres a ser revelada y vivida, por primera vez. La sumisión y la dominación se entrelazaban para crear una experiencia única y excitante. Jamás pensé que fuera capaz de besar así a otro hombre que no fuese mi esposo. Pero mucho menos delante de él.

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La satisfacción se apoderaba de mí. Besaba en la boca a otro hombre, sentía su verga contra mis bragas, bajo el pantalón, palpitante. Pero alcanzaba el éxtasis al observar a Ramón sucumbir a sus propios deseos de obediencia, observando la forma en la que su jefe ejercía de amante ante sus propias narices. Una rendición que, paradójicamente, parecía conferirle un placer hasta entonces desconocido. Lo atestiguaba su verga durísima.

Cada gesto, cada mirada, llevaba consigo la carga de una increíble autoridad que Julián, ahora convertido en amo, irradiaba con una serenidad que despertaba mi curiosidad, mi necesidad de polla y mi asombro.

Mientras Julián continuaba liderando esta danza de complicidades, sobándome, disfrutándome delante del cornudo, amasando mis nalgas, sabiendo que Ramón, obediente resbalaba sus dedos entre los labios de mi coño, me vi impulsada por la curiosidad a explorar más a fondo el impacto que todo aquello estaba teniendo en el jefe de Ramón.

"Julián", comencé, eligiendo ...

... mis palabras con cautela, "me intriga saber qué sientes al tenerme, al saber que puedes hacer conmigo lo que quieras a pesar de estar casada con tu empleado. ¿Hay alguna satisfacción nueva para ti en todo esto o ya lo has experimentado?".

La mirada de Julián, siempre serena, adquirió un matiz reflexivo. "Sofía", respondió con una pausa calculada, "el control, cuando es ejercido de manera consciente y responsable sobre ti y sobre el cornudo, no sólo no os va a proporcionar nada negativo en vuestra vida juntos, que continuará como siempre, sino que servirá para condimentar con una nueva especia es plato de mayor placer que es el sexo. Ramón te follará como su mujer, como siempre, pero ahora, por ejemplo, con sus dedos en tu coño, no te toca como su mujer, sino como mi puta. ¿Comprendes? ¡Zorra!”

No daba crédito a lo cachonda que me ponían sus palabras, mucho más que los dedos de Ramón. Mojaba como nunca, chorreaba de excitación humillada, llamada zorra por mi amo. Pero él prosiguió:

“Puede y debe ser para ti, preciosa, dijo metiendo su pulgar en mi boca para que lo chupara, “una fuente de satisfacción profunda. Saberte su mujer, saberte mi puta. Ver cómo las decisiones que tomo te realizan más te llevan a una nueva dimensión. Ser tu dueño, zorra, es una responsabilidad que asumo con seriedad y, a la vez, con gratitud".

Mis ojos se encontraron con los suyos, tenía los pezones marcados en el sujetador como si fueran de acero. Miré sus pupilas brillantes, buscando leer ...