Memorias de Sandra. Primeros cuernos para Ramón - Relatos Eróticos

Memorias de Sandra. Primeros cuernos para Ramón

... entre líneas las emociones que subyacían en sus palabras. Y dije:

"Pero, ¿no sientes en algún momento como una carga de esa responsabilidad?", indagué, intrigada por la complejidad de sus emociones que pudiese sentir él.

Julián esbozó una sonrisa tranquila. "La responsabilidad puede ser pesada, pero también es liberadora. Te voy a follar cuando me dé la gana, hermosa, morena, joven. Encontrar el equilibrio entre dirigir y ser dirigido es un arte delicado, como entre follarte o que te folle alguno de mis amigos, o un mendigo o alguno de los compañeros de tu esposo. Ya lo comprenderás cuando descubras que la satisfacción radica en la armonía de esa dualidad".

"Y tú, Sofía", preguntó Julián con una mirada penetrante, "¿cómo te sientes al ceder el control, al permitir que otro te folle, que dirija no sólo tu vida, sino también la del cornudo?".

Mi respuesta, enraizada en la honestidad, surgió con una mezcla de vulnerabilidad y curiosidad. "Es intrigante, algo desconcertante. No creí que fuese a llegar tan lejos esta noche", admití. "Pero te deseo. Deseo hacer cornudo a Ramón contigo. Ser obediente a ti en todo. Estoy con el coño empapado por ti, mi amo, quiero que me folles delante del cornudo. Que vea como me entra tu verga en el coño y en el ano. Estoy descubriendo que en la sumisión hay una sensación de liberación, como si al renunciar al mando, encontrara un espacio donde las expectativas se desvanecen y la experiencia se vuelve más ...

... auténtica".

https://drive.google.com/file/d/1v4dou65wNWo6QvgHFa0Ff6qltcSEV47-/view?usp=drive_link

Julián, con su mirada serena, dirigió la pregunta a Ramón, quien hasta ese momento había permanecido en su papel sumiso, obedeciendo en lo de comprobar lo mojado de mi coño y observando las dinámicas que se desplegaban en la charla de su jefe con su esposa. La habitación quedó en silencio por un instante, como si la pregunta hubiera añadido un matiz de solemnidad al ambiente.

"Ramón", dijo Julián con cortesía, "me gustaría conocer tu opinión sobre todo esto. ¿Cómo te sientes?". Las palabras flotaban en el aire, esperando la respuesta de mi esposo.

Ramón, tras un breve instante de reflexión, levantó la mirada con una expresión que reflejaba una mezcla de morbo y aprobación. "Julián", comenzó, "es todo un cambio. Al principio, admito que me asusté un poco, pero he descubierto que esta nueva situación es la que he deseado desde siempre. Es cierto que por un lado siento que me estoy adentrando en territorios desconocidos, pero por otra parte, también reconozco que hay algo liberador en permitir que tú tomes las riendas".

Yo le escuchaba pero no le miraba, sentada sobre Julián interpretaba mi nuevo papel. Sí, escuchaba a Ramón, pero puteaba con su jefe, lamiendo su oreja, susurrando en su oído que era su furcia, que me la metiera ya, que estaba cachonda perdida. Sin que lo oyera mi esposo, dedicado a explicar su vocación, mientras yo, su esposa restregaba la braga mojada contra los pantalones de su ...