Memorias de Sandra. Primeros cuernos para Ramón - Relatos Eróticos

Memorias de Sandra. Primeros cuernos para Ramón

... sentía a Ramón inclinado hacia mi coño, sus movimientos cuidadosos mientras su lengua seguía los contornos de mi raja, separando los labios, lamiendo y mojando. La escena adquiría una cualidad íntima y provocadora, desafiando las convenciones y sumergiéndonos en un territorio donde la obediencia se convertía en una expresión de deseo.

La habitación se llenaba con el sonido peculiar de nuestras acciones, creando una sinfonía loca y lujuriosa. Julián, como director de esta escena, supervisaba cada detalle con una mirada que denotaba no solo control, sino también placer. La sensación de estar inmersos en esta actuación, donde las tareas mundanas se transformaban en actos de entrega, añadía una capa adicional a la complejidad de nuestra relación de tres.

En medio de la obediencia, experimenté una sensación de liberación, como si al rendirnos ante las instrucciones de Julián, nos sumergiéramos en una realidad alterna donde las normas convencionales perdían su relevancia. La satisfacción de Julián como director de esta escena era palpable, su mirada revelando la satisfacción de quien ve materializarse su visión.

https://drive.google.com/file/d/19b9xKoCQ0r7Iwatq4jWgQJWuwIxoWHZo/view?usp=drive_link

La maravillosa polla, con su forma de obelisco, iba revelando su cualidad mientras mi lengua exploraba sus contornos. Con cada pasada, la verga comenzó a palpitar como si tuviera vida propia, y su tonalidad cambió de manera espectacular hacia un rojo brillante. La sorpresa ...

... se apoderó de mí al presenciar el volumen, la dureza y el color de este fenómeno.

Al sujetar la polla con la mano, percibí que despedía un calor intenso. La sensación de su superficie cálida contrastaba con la frescura de mi lengua, creando una experiencia sensorial única. La magia que emanaba de la polla de Julián, de sus jadeos, se traducía en un espectáculo de sonidos y calor, como si mi acto de sumisión hubiera desencadenado un milagro inimaginable.

La satisfacción que encontré en haber provocado tal transformación, tal erección, tal dureza era indescriptible. La conexión entre mi lengua y aquella polla parecía haber desencadenado una respuesta definitiva, un fenómeno que iba más allá de la lógica convencional. La polla, ahora palpitante y radiante en rojo, se volvía un símbolo tangible de la conexión entre mis sumisión y la manifestación de lo esperado.

Mi mano agarraba la polla con dulzura, sintiendo el calor que emanaba de ella. La lujuria de ese momento se traducía en una sensación de logro y placer, como si hubiera tocado algo divino con mi acto de sumisión. La verga, ahora viva, se convertía en un testimonio visual y táctil de la complicidad compartida en este juego de roles.

La satisfacción de haber desencadenado algo tan maravilloso añadía una dimensión adicional al placer de mi sumisión. La polla, en su resplandor, se erigía como un monumento a la conexión entre la obediencia y lo lujurioso. El placer y la satisfacción se entrelazaban en este momento ...