1. Un aprobado a cambio de mi virginidad


    Fecha: 09/05/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: VictoriaSG, Fuente: TodoRelatos

    ... demasiado tiempo a pensar en el examen práctico. No me imaginaba realmente manejando un coche, pero a esas alturas ya solo me quedaba tirar hacia delante y sortear cualquier obstáculo. Antes de empezar preocuparme por si iba a ser capaz de conducir tenía que plantearme cómo enfrentarme a las clases prácticas, ya que apenas había aprendido nada sobre las normas de tráfico.
    
    Por suerte, no me programaron las prácticas hasta un mes después, así que tenía tiempo para observar a mi padre mientras conducía para ver si aprendía algo. A menudo le preguntaba cosas, siempre con disimulo, porque eran conceptos muy básicos que yo debería saber. Él nunca se negó a ayudarme, suponía que como taxista debía de ser un orgullo que su hija, de alguna manera, quisiera seguir sus pasos.
    
    No es que de repente estuviera preparada para conducir, pero aprendí más con mi padre que en todas las clases teóricas a las que había asistido. Esperaba que eso fuese suficiente para al menos no hacer el ridículo cuando comenzaran las prácticas. Mis padres se habían portado conmigo mucho mejor de lo que me merecía y lo último que deseaba era hacerles malgastar más dinero.
    
    Mis primeras prácticas me las asignaron por la tarde, justo al salir de clase, de modo que no tenía tiempo ni siquiera para cambiarme de ropa, así que debía que ir con el ridículo uniforme. Pensaba que así no causaría demasiada buena impresión, hasta que vi al que iba a ser mi profesor. Era un señor cuarentón, calvo y con unos cuantos ...
    ... kilos de más. Al verme aparecer ya me dio un repaso de arriba a abajo.
    
    Tras presentarse y decirme que se llamaba Darío, entramos al coche y comenzó a explicarme los primeros conceptos. Yo trataba de escucharlo con atención, pero me incomodaba la forma que tenía de mirarme. Aunque quizás solo era una manera de intimidar a los alumnos, a mí me parecía que estaba totalmente fuera de lugar. Cuando al fin me llegó el momento de ponerme al volante, no pude disimular todas mis carencias.
    
    – Teresa, ¿estás nerviosa?
    
    – Un poco, la verdad.
    
    – Es que te estoy pidiendo cosas muy básicas, pero no das ni una.
    
    – Lo siento mucho.
    
    – No te preocupes, estás aquí para aprender.
    
    Al decirme eso colocó una de sus enormes manos sobre mi rodilla desnuda. Di un bote sobre el asiento, pero no me atreví a decirle nada. Quería pensar que para él eso era un gesto cariñoso, una manera de intentar tranquilizarme, aunque no tenía derecho a tocarme. Esperaba que fuese algo aislado, aunque poco tardé en descubrir que ese hombre tenía las manos tan largas como gruesas.
    
    Darío tomó por costumbre tocarme la rodilla cada vez que me equivocaba, que era bastante a menudo. Yo trataba de restarle importancia, lo que sirvió para que él ganara confianza y al cabo de unas cuantas clases en vez de la rodilla ya me estaba rozando el muslo. Hice todo lo posible por contenerme, especialmente para que en casa no pensaran que era un invento mío porque no me veía capaz, pero al final acabé explotando.
    
    – ...
«12...4567»