Un aprobado a cambio de mi virginidad - Relatos Eróticos

Un aprobado a cambio de mi virginidad

... ¿Puedes hacer el favor de dejar de tocarme?

– ¿Cómo dices?

– Que estoy harta de que me metas mano.

– No te conviene entrar en ese tipo de acusaciones.

– A ti sí que no te conviene.

– ¿Qué quieres decir?

– Es obvio que no tienes ni idea de nada, podría haberte echado el primer día.

– ¿Y por qué no lo has hecho?

– Porque ese uniforme me pone muy caliente.

– Eres un cerdo.

– Puede ser, pero todas tus posibilidades de conseguir el carnet pasan por mí.

En pocas palabras me dejó claro que si quería seguir en las clases tenía que permitir que me manoseara. Tuve que valorar los pros y los contras, y acabé llegando a la conclusión de que dejarme tocar un poco la pierna era un precio asumible a cambio de demostrar a mi familia que lo podía conseguir. Darío era repugnante, pero debía asumir que de él dependían todas mis opciones.

El problema fue que ese hombre no se conformó fácilmente. De la rodilla ya había pasado al muslo y poco a poco fue ascendiendo, hasta acercarse muy peligrosamente a mi zona más íntima. Yo iba todo el rato con las piernas completamente cerradas, para evitar que llegara a rozarme esa parte con sus asquerosos dedos, pero sabía que no se iba a rendir sin llegar a tocar mi sexo.

Parecía que incluso le excitara que se lo negase, hasta que se cansaba de intentarlo y cambiaba de plan. Era entonces cuando me metía la mano por debajo del polo del uniforme y me sobaba las tetas. Cuando sentía la tentación de dejarlo todo pensaba ...

... en mis padres decepcionados por mi enésimo fracaso y a Esperanza burlándose de mí y seguía centrada en la carretera. Aunque necesitaba saber hasta dónde esperaba llegar ese hombre.

– ¿Qué se supone que voy a sacar yo de este acoso sexual?

– Que te permita seguir con las clases.

– Pero ambos sabemos que jamás voy a aprobar el examen.

– Sobre todo si no permito que te presentes.

– ¿Tengo que dejar que me metas mano para presentarme a un examen que voy a suspender?

– Sí, esa es la idea.

No tenía demasiado sentido que le permitiera hacerme lo que quisiese a cambio de poder presentarme al examen, pero la experiencia me decía que a la hora de examinarme podía haber milagros. Con esa idea en la cabeza accedí a abrir las piernas y dejé que Darío llegara hasta el final. Consciente de que le estaba dando mi consentimiento, se frotó las manos e inició el recorrido empezando de nuevo por la rodilla.

Lentamente volvió a ascender por mi muslo, recreándose al pellizcar mis carnes prietas. Me puse muy tensa y agarré con fuerza el volante, ya que nunca nadie me había tocado en esa zona. Darío llegó a las bragas y no se conformó con eso, apartó la tela con un dedo y se fue abriendo paso hasta llegar a la rajita. Di un respingo, pero traté de fingir normalidad mientras ese hombre comenzaba a masturbarme.

Eran tantas las ganas que tenía de impresionar a mi familia que dejé que ese hombre me frotara por debajo de la ropa interior. Al principio me sentía asqueada, tenía ...