El morbo de lo incorrecto: Mis fantasías tuyas
Fecha: 11/05/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: aSeneka, Fuente: TodoRelatos
... oírme.
—Dime tu nombre.
Le quito la copa que todavía sostiene en su mano y la apuro hasta el fondo. No le amo, pero le miro con deseo, quizás porque me recuerda a alguien o puede que solo por mirarme como lo hace.
—Me llamo Lucía —contesto con guasa.
—No, Lucía se llama mi hija. —Intenta besarme. Yo me aparto y me sujeta de la barbilla. Me mira, y suspira—. Esta noche tú te llamas Marta.
Y así, me hago pasar por su mujer. No llevo sus bragas, pero tampoco le hacen falta. Solo necesito detestarlo para meterme en mi papel. Me insulta, me azota y cae rendido cuando confiesa que me quiere.
Tumbados en la cama, suelta uno de los tirantes de mi sujetador. Sigo con la prenda puesta, no le ha hecho falta verme las tetas. Arqueo la espalda para ayudarlo a soltar el cierre y, cuando saltan libres, las atrapa en su boca. Primero una, luego otra y, después, me besa en la boca.
… y yo le dejo.
Volvemos a follar. Esta vez despacio, sin prisa por conseguir lo que va a llegar. Es bueno, muy bueno. Sabe moverse pese a la edad, o quizás gracias a ella. Torero de mil plazas, la clava con maestría y me sabe capear como un primer espada. Gimo, grito y acabo mordiendo la almohada trabada a él.
Grabada ha quedado la escena que yo quería. Un regalo para mi amor que no le he querido contar. La polla del maduro metiéndose en mi coño como un percutor mientras sus huevos golpeaban mi ano en un misionero con mis piernas bien abiertas.
Recuperado el aliento, dejo que me ...
... acaricie como una gatita mansa mientras manoseo su polla y sus huevos.
Huevos de toro.
Me visto bajo su mirada libertina excepto las bragas, que se las queda. Está apoyado en un codo. Le gusto, y empiezo a temerle.
—Tú no eres puta —dice caminando hacia mí.
Levanto una ceja, intrigada.
—Las putas follan por dinero —acusa—. Tú te vas sin cobrar.
—Ya me has dado lo mío. Por hoy tengo suficiente.
Me ofrece un fajo que rechazo y veo nublar la sombra en su cara. Me quita el bolso justo cuando me hago con él. De dentro saca mi móvil y lo observa. Ocupando la pantalla, está Mario. Se asusta, pero no se esconde y mantiene el mismo gesto que él.
—Dile a tu mujer que quiero pagarle.
—Tú lo has dicho —contesta Mario con aplomo—, no es una puta.
—Pero tú sí un cornudo. Pon el precio de su coño.
No lo piensa mucho.
—Su precio soy yo.
Aprieta las mandíbulas, cavilante. Mete el móvil en el bolso y me lo devuelve. Me llama cuando cruzo la puerta.
—Dime tu nombre.
Lo pienso, dudo. —Eva —digo al fin—. Subdirectora segunda de compras, en Gran Vía. Tu hijo es mi jefe de zona.
Levanta una ceja.
—No, no me ha follado —aclaro—. No le dejaría, es imbécil.
Evita soltar una carcajada aunque su rostro apenas se endulza.
—Hubiese podido encontrarte.
—Y yo a tu mujer.
Sonríe y mueve el mentón. Le gusto.
…y él a mí también.
— · —
—¿Estás enfadado conmigo?
—Mucho, pero se me pasará antes de llegar a casa.
—Quería regalarte…
—Lo ...