Mi esposa y la Pandemia. Capítulo - Relatos Eróticos

Mi esposa y la Pandemia. Capítulo

... perrita fiel dejándose montar.

Aprovechando el envión, la tomé de sus caderas comenzando un rápido mete y saca que llegaba a lo más profundo de su ser, golpeando los duros cachetes de su culo con mi ingle, era como música para mis oídos. Si antes estaba caliente por follarme a una de las chicas más bellas que he conocido, la verdad es que ahora estaba sintiendo una perversa sed de venganza, podría decir que estaba follando a gusto a la amante de mi mujer, ahora simplemente me daba el gusto de la forma más mezquina… la follaba solo para correrme a mi regalado gusto, en tanto pensaba que a la que tenía en cuatro era a Maite.

Mientras montaba a la casi desfalleciente Anto, ella comenzó a disfrutar de mi rudeza y comenzó a marcar el ritmo con su culo perfecto, uniéndose a cada uno de mis embates, hasta que sentí como se volvía a inundar de flujo vaginal y apretaba mi verga con su coño… aceleré a fondo y comencé a correrme como “mico”. La verdad es que mi verga escupía una y otra vez mi leche, en el interior de mi bella enemiga, lo que desató un nuevo orgasmo en ella… Ambos caímos derrengados sobre la cama y nos quedamos mirando al techo de la habitación, hasta que me dormí.

Al día siguiente, despertamos para reiniciar el viaje para cubrir los seiscientos kilómetros que restaban. Nos metimos al baño ella abrió la ducha y se introdujo, mientras yo atolondradamente me sacaba el pantalón de pijama. Escuché el sonido del agua golpeando y deslizándose por el cuerpo de ...

... Anto, metí mi cabeza tras las cortinas. La vi con su generoso cuerpo bañado por el agua, que escurría por las rotundas formas de su culo y tetas, que revelaban las marcas de su bikini donde el sol no llegaba. Ella se giró a modo de ¿bienvenida?, ofreciéndome el jabón. Me introduje con mi verga en ristre al momento que me dice:

Anto: ¿Te puedes encargar de mi espalda?...

Yo: Será un placer…

Como me demoré más de la cuenta, se giró un poco como para ofrecerme, su espalda que no estaba enjabonada, como también su duro culo ¡Mmm esos deliciosos cachetes me volvían loco!

Anto: Cuidado donde pones tu amiguito

Yo: ¿Puedo en tu culito?, reiterando mi deseo por partirle el culo

Anto: Aún no, cuando me partiste el culo me dolió

Yo: Seré cuidadoso

Anto: No sé, tal vez primero debes hacer que me corra como burra… Vamos… que, si no, ¡no habrá culito! me dijo para animarme

Finalmente recibí el jabón, y se lo pasé por la espalda mientras le punteaba el orto de su portentoso culo y la rajita de su coñito. Ella tomó delicadamente mi verga y se la puso en el triangulito que encierra sus piernas y su coñito, creí que me correría. Intente no bajar mí vista para no caer en tentación de meterle mi verga por el orto tan deseado… continúe jabonándola por todo lugar de su cuerpo que estuviese a mi alcance como sus deliciosas tetas, su cintura, su cuello, su coñito, ella gemía queda y cuando alcancé su clítoris exclamó, ya no parecía la lesbiana que se negaba a ser tocada por ...