1. Infiel por mi culpa. Puta por obligación (42)


    Fecha: 10/06/2025, Categorías: Grandes Relatos, Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... propasó en sus caricias fraternas. Por supuesto, mis hermanos tampoco. Siempre me respetaron y era por eso que no comprendía por qué mi madre y mi abuela se esforzaban tanto por cuidarme de los hombres.
    
    —Ser buena niña, muy respetuosa y educada, comportándome como una casta doncella. Por nada del mundo podía pelear con mis hermanos o los otros niños como ellos si lo hacían. Nada de decir malas palabras como escuchaba a veces de mis hermanos. ¡Siéntate bien, estira la falda, cubre las rodillas y cruza bien las piernas! ¡No te agaches así que se te van a ver los calzones! ¡No juegues a la pelota, lo tuyo son las muñecas! No era tan libre de ser como yo quería, era como tener voz, pero no podía expresar mis pensamientos, ya te digo que, de los sentimientos, ni hablar.
    
    —Me espantaban con sus cuidados tan exagerados, no me dejaban ser como sentía que tendría que ser. Y, sin embargo, fueron pasando los años y dejé que me formaran a su semejanza y mis ganas, mis derechos de vivir como pensaba, fueron quedando olvidados en lo profundo de mi inconsciente.
    
    —No me dejaron de pequeña socializar, ni como yo quería ni con quienes me agradaba estar. Jugar con los niños al futbol era un problema grave, pues podrían lastimarme con la pelota en mis pechos, o si con mis amigos en la calle nos daba por jugar a las escondidas americanas podría sentir cosas en mi cuerpo indebidas a esa edad, y en navidad de lejitos con mis primos en los aguinaldos, pues con un beso robado peligraba la ...
    ... pureza que se resguardaba en medio de mis piernas. Pero en sus reuniones de adultos, si me urgían a acercarme a los hijos de sus amistades y que mis padres creían que me harían ser mejor persona, rodearme de gente decente y educada, sin reflexionar en mis gustos o aficiones, sin tomar en cuenta mi opinión.
    
    —Pero yo tan solo quería ser mejor mujer, sin temores, sin odios y sin complejos. Solo ser yo, vivir mi vida, conocer, aprender y descubrir. ¡Saber defenderme por mí misma! Les hice caso, les cedí mis derechos, mi individualidad, y continué siendo el tesorito de la abuela, y la delicada princesita de papá y mamá.
    
    —Amor mío, me olvidé de mí misma. ¿Me entiendes? Me formaron con los años como otra persona y de mis gustos, mis preferencias, todas las dudas existenciales de mi propia forma de entender la vida cuando era niña, las oculté por darles la razón. ¿Por qué esto sí y por qué aquello está mal? Y entre más oculta querían que estuviera de ese mal, la intriga y la curiosidad por conocer y saber, palpitaba fuerte dentro de mí.
    
    —Finalmente, les hice caso y me conformé con ser una mujer como las demás, una persona común y similar, para encajar en la sociedad. «Haz esto mi niña y no hagas aquello que no está bien visto en una señorita», me aconsejaban mi madre, mi abuela, las maestras, y por supuesto unas que otras, que se consideraba mis grandes amigas. Esa fue la norma, la invariable constante a seguir en mi vida, según mi moral educación.
    
    —Y la pequeña mujer que ...
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