MANOLO. Suegro, consuegro y padre - Relatos Eróticos

MANOLO. Suegro, consuegro y padre

... dijo que debíamos ir con cuidado, que a ver si ella se daba cuenta de nuestro secreto como amantes. Le dije que todo el cuidado del mundo, pero que ella no se iría hoy de esta casa sin estar bien follada. Ella se rio, Pilar ya estaba de regreso.

Les serví otro vermut y ya se habían zampado tres, y eso que decían todos que no bebían. Vi llegar la hora de empezar a encender la barbacoa. Pilar y Anna me ayudaban, mientras conversábamos de cosas banales, de coches, de trabajo, etc…

Cuando tuve las brasas casi en su punto, le dije a Anna que me acompañara a la cocina a buscar las cosas. Pilar me miró, quizás pensó que se repetiría la escena con Dolores, y no se equivocó. Al entrar Anna y yo en la cocina, rápidamente la metí hacia el cuarto lavadero. La senté sobre la lavadora, aparté el bañador hasta su ingle y le comí el coño.

Miré el espejo colgado de la pared y me certificó lo que pensé que pasaría. Pilar estaba tras la ventana espiándonos. Me provocó aún más morbo que con el día de Dolores, ahora la que tenía mi rabo dentro era su madre.

Me follé a Anna frenéticamente, tapándole con las manos la boca para ahogar sus gritos, jadeos y gemidos. Aquella mujer parecía una fuente, enlazaba sus orgasmos y me tenía la espalda arañada con sus uñas. Pilar desde su posición no perdía detalle. Le ofrecí un primer plano de su madre de rodillas comiéndose mi polla y recibiendo mi corrida. Aquella mujer devoraba mi rabo, no dejó ni un resto de nada en el.

Nos recompusimos y ...

... cogimos las cosas que habíamos ido a buscar a la cocina. Al salir Juan y mi hijo se encontraban sentados ya en la mesa, ayudar, no ayudaron en nada, pero a mí me importaba un rábano, mejor que se quedaran hablando de sus tonterías. Pilar estaba muy nerviosa y empezaba a discutirse con su madre por cualquier tontería, que si la lechuga así, la cebolla allá, tonterías, para mí que estaba un poco celosa de su madre al haberla visto ensartada a mi polla. Puse un poco de paz.

Me acerqué por detrás de Pilar, ella estaba deshojando una lechuga, apoyé discretamente mi rabo a su culo y le cogí las manos ayudándola a deshojarla. La sonrisa volvió a sus labios y más cuando de forma furtiva le susurré al oído que era una lástima que no fuera yo mi hijo y ella mi novia. Suspiró con el susurro. Le besé la oreja, vi como sus pezones parecían proyectiles queriendo salirse del bañador. Apreté, ahora si intencionadamente y claramente para que lo notara bien, todo mi rabo en su culo.

Era la primera vez que la atacaba con tanta intención. Ella solo emitía suspiros, miraba alrededor por si alguno de los presentes miraba, al ver que no, se giró de golpe y me dio un beso en los labios, le acaricié el culo con su complicidad, le guiñé un ojo y me fui hacia la barbacoa donde Anna había terminado de colocar la carne en la parrilla a punto de ponerla ya al fuego.

Anna estaba más que feliz, se lo estaba pasando como hacia seguramente años no se lo pasaba de bien. En su mundo de beatas y misas ...