1. Amor inesperado de una joven casada


    Fecha: 27/06/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: dulceymorboso, Fuente: TodoRelatos

    ... Pero me daba vergüenza – continuó diciéndome.
    
    - Soy una tonta. Yo también pensaba en si estarías bien después de lo del domingo.
    
    La veía secándose el pelo y estaba muy guapa así con el pelo revuelto. Me acerqué a ella y con mi toalla le comencé a secar el cuello.
    
    - Estás empapada – le dije pasando la toalla con suavidad.
    
    - Tú también – me miró a los ojos y con su toalla comenzó a secar el mío.
    
    Mirándonos a los ojos nos secábamos una a la otra. Sus labios temblaban e imagino que los míos también. Me estremecí al sentir como metía la toalla un poco por mi blusa y se detenía buscando mi reacción. Deseaba que siguiera y para hacérselo saber desabroché los botones. Carmen hizo lo mismo con la suya.
    
    - Hasta los sujetadores están mojados – me dijo.
    
    - Si.
    
    Me pidió que le sujetara la toalla un momento. Con las manos ahora libres me quitó la blusa y rodeándome con los brazos me desabrochó el sujetador para sacármelo. No se si era por la humedad de la prenda o por la situación, pero mis pezones estaban tiesos. Cogiendo de nuevo su toalla me comenzó a secar los pechos.
    
    - Me sujetas la toalla? – le pedí ofreciéndosela.
    
    Ahora fui yo quien le sacó la ropa y nos comenzamos a secar las tetas una a la otra. Ella también tenía los pezones muy duros.
    
    - Como echaba de menos esto – le dije.
    
    - Y yo, cariño.
    
    Una vez nuestros pechos estuvieron secos, nos miramos y al mismo tiempo buscamos besarnos. Dejamos caer las toallas al suelo y nos abrazamos ...
    ... desesperadas.
    
    Llevaba tres días pensando en ella, en sus pechos, en sus besos. Ahora los volvía a tener en mis manos y no en mi cabeza. Por su manera de acariciar los míos, supe que ella también extrañaba los míos. Por mucho que nos costara reconocerlo, las dos habíamos esperado ese momento desde el mismo domingo cuando nos habíamos despedido.
    
    Mientras me besaba los pechos, yo acariciaba los suyos. Si era yo quien chupaba sus pezones, era ella quien jugaba con los míos haciéndome gemir. Durante el trayecto hacia la habitación nos íbamos parando para no perder ni un segundo de darnos placer. Al llegar a mi cuarto solo nos quedaban puestas las bragas y me encantó poner la mano en las suyas, sentirlas empapadas y saber que no era por culpa de la lluvia. Las mías estaban igual.
    
    - Están empapadas, cariño – me dijo.
    
    - Las tuyas también – le enseñé mis dedos mojados de tocar su prenda.
    
    - Es que no se que me pasa contigo que me pones así.
    
    - Tú también a mí – le dije metiendo la mano por sus bragas – Tócame por dentro.
    
    Mientras nos masturbamos una a la otra le confesé que llevaba días haciéndolo pensando en ella.
    
    - Yo también lo hice pensando en ti – me dijo entre gemidos – Me haces sentir como una adolescente que anda con las hormonas revolucionadas y tengo que tocarme seguido.
    
    La tumbé sobre la cama y enseguida le quité las bragas. Me daba mucho morbo verle el coño tan cerca y no pude resistir las ganas de hundir mi cara en él.
    
    - Que gusto me das, cielo – me decía ...
«12...101112...»