1. Nuestra primera infidelidad 4. Mi mujer y su amiga


    Fecha: 10/07/2025, Categorías: Intercambios Autor: Dani, Fuente: TodoRelatos

    ... cuerpos y nuestras bocas, me corrí como una adolescente al recibir su primer morreo.
    
    - ¿Y qué pasó luego?
    
    - Se había hecho un poco tarde, así que nos fuimos juntas del pub. Se despidió de su amiga y compartimos un taxi para volver a casa. Las dos estábamos cansadas y muy excitadas. Una vez sentadas en la parte trasera del coche le indicamos la dirección al conductor y éste subió ligeramente el volumen de la radio, sonaba un blues tranquilo por los altavoces. Susana me miró expectante, al momento sentí su mano deslizándose lentamente hacia mí, jugueteando con los dedos y trepando por mi muslo, acariciando suavemente mi piel erizada, con la punta de los dedos. Contuve la respiración y busqué la mirada del conductor a través del retrovisor, pero éste parecía ajeno a lo que sucedía en el asiento trasero de su coche.
    
    - ¿No me digas que os lo montasteis en el taxi?
    
    - Bueno, no te adelantes. Los dedos de Susana empezaron a rozar mi vagina por encima del pantalón. Mi miró como pidiendo permiso y yo asentí. Mis bragas se estaban empezando a humedecer. Ella desabrochó los botones de mi pantalón y, con mucha suavidad, empezó a tocarme. Movía los dedos muy lentamente sabiendo exactamente cómo darme placer. Mi respiración se volvió más intensa, aunque intentaba contener los gemidos para evitar ser descubiertas.
    
    - ¡Qué fuerte! ¿Y el taxista no se enteraba de nada?
    
    - No, y nosotras seguíamos a lo nuestro. Muy excitadas por la situación. Susana continuaba mirándome con ...
    ... picardía y recreándose en mi empapada vulva, hasta que, de improviso, me introdujo un dedo. Me estuvo penetrando un rato hasta que lo sacó, humedecido por mis fluidos, y se lo llevó a la boca para saborearlo con deleite. No podía dejar de mirarla mientras se relamía degustando el sabor de mi coño. Aquello me puso terriblemente cachonda y, cogiéndole la cara, le dí un profundo morreo que me correspondió metiéndome la lengua hasta el fondo.
    
    - ¡No me lo puedo creer! ¿Y tú no la tocaste?
    
    - Sí, le subí un poco la falda y le abrí las piernas dejando su vagina a la vista, que, para mi sorpresa, llevaba desnuda. Puse un dedo en la entrada de su coño, que estaba muy húmedo y ella se lo introdujo profundamente. En ese momento descubrí al taxista mirándonos a través del retrovisor... No nos dijo nada, al contrario. Colocó el espejo interior para contemplar atentamente el espectáculo que le estábamos dando, y aquello nos enloqueció aún más. Susana jadeaba, sin importarle lo más mínimo que tuviéramos un espectador. Nos besamos como hambrientas. De repente, abrió mi camisa, me sacó una teta y chupó el pezón. Yo miraba a través del espejo al taxista que no nos quitaba ojo, me mordía los labios de lo caliente que estaba, me excitaba hacerlo delante de él.
    
    - ¿No me digas que te gustaba el taxista?
    
    - ¡Qué va! Era un hombre de más de sesenta años, pero cuando paró frente a nuestra casa estaba tan excitada y enloquecida que por un momento se me pasó por la cabeza proponerle un trío. ...