Nuestra primera infidelidad 4. Mi mujer y su amiga - Relatos Eróticos

Nuestra primera infidelidad 4. Mi mujer y su amiga

... Aunque el hombre no me atraía nada, era feo, vestía de forma descuidada y tenía un cuerpo sobrado de peso, sin embargo, la situación me producía un morbo increíble y, por extraño que parezca, me hubiera encantado sentirlo dentro de mí.

- ¡Vaya locura!, ¡el taxista estaría súper cachondo!

- Pues, no te lo vas a creer, ¡se estaba haciendo una paja! Yo estaba tan enfebrecida que no sentí vergüenza ni pudor, incluso me excitaba que se masturbara con nosotras. Susana, ajena a todo, me bajó el pantalón, me recostó sobre el asiento y bajó la boca a mi entrepierna para chuparme. De vez en cuando se separaba y se relamía los labios como si fuera un manjar, mientras se masturbaba con una mano. Los tres nos corrimos a la vez. El taxista nos dio las gracias y nos entregó una tarjeta con su numero de teléfono por si queríamos repetirlo. Evidentemente, no nos cobró la carrera.

Cuando Lorena terminó su historia la obligué a arrodillarse y le metí la polla, que estaba muy dura, en la boca. Me la estuvo chupando un rato, y, cuando estaba a punto de correrme, se la saqué para follármela. La empujé sobre la cama, le abrí las piernas y se la metí ferozmente, de un solo golpe, enardecido por su historia, mientras la tiraba con rudeza del pelo y le decía guarradas al oído. Ella estaba muy mojada y no tardó en correrse.

Le dí la vuelta y, agarrándola con fuerza las cachas del culo, volví a penetrarla, esta vez más profunda y salvajemente. Aumenté el ritmo hasta que, soltando un grito, me vine dentro de ella. Al separarme pude ver un enorme chorro blanco que salía de su brillante coño.