La agradecida
Fecha: 16/07/2025,
Categorías:
Sexo Oral
Autor: Escribano, Fuente: TodoRelatos
... baño por la mañana, pasando por delante de María, que hacía como si mirara a otro lugar.
Una tarde cualquiera, María entro en la casa. Como siempre a esa hora, Javier estaba dentro de su habitación, trabajando con el ordenador. Al entrar, ya oyó los gemidos de placer de una chica. Gemidos agudos y rítmicos, acompañados de algún crujido esporádico de la cama. De nuevo María se ruborizó, se dio media vuelta y se dispuso a salir de nuevo de la casa, mientras su mente clásica y cristiana, ponía en duda si aquello era normal. Sin encontrar respuestas a todo el chorro de dudas que le venían a la cabeza mientras oía a la chica gimiendo. Cuando estuvo delante de la puerta para volver a la calle, se detuvo.
Aquel raro estado que había experimentado días atrás al encontrar los clínex, volvió a apropiarse de su cuerpo y mente.
No abrió la puerta para salir a la calle, se giró lentamente y volvió hacia el comedor, con toda su atención puesta en los murmullos y gemidos que salían de la habitación de Javier.
- ¡Ay, ay, ay, que me viene !!!- Dijo la chica casi gritando.
- ¡Toma, toma, y córrete !!- Le animaba Javier con tono severo.
María, de pie, en la entrada del comedor, simplemente imaginaba la escena, totalmente poseída por el momento.
Asombrada por los gemidos que salían de la habitación, sin poder comprender como se podía sentir tanto placer. Buscaba es su memoria algo parecido, y solo encontraba un sentimiento de amor y respeto a su difunto marido, pero no ...
... placer, ni aquello que llamaban orgasmo. Ya que no estaba segura de haberlo llegado a experimentar nunca, aunque durante años se autoconvenció de que no tenía ninguna necesitad de ese viaje al éxtasis, del que a menudo solían hablar en algún programa de televisión.
Pero ahora, hipnotizada por el orgasmo de la chica, tuvo la sensación de que se había desperdiciado algo en su vida. El placer.
Cuando los gemidos agudos de la chica se apagaron, oyó a Javier decir algo. María despertó de su letargia, y pensó en lo que debía hacer, y en lo que vería la joven pareja al salir de la habitación. Estaba claro que no la podían encontrar escuchándolos en el comedor, así que pensó en refugiarse a la cocina, y empezar a hacer la cena.
Pero cuando atravesaba el comedor con rapidez, unos nuevos gemidos llamaron su atención. Se detuvo asombrada, con el corazón latiendo con fuerza. Era Javier.
Una fuerza superior la atrajo a la puerta de la habitación para escuchar más de cerca lo que ocurría al otro lado.
-Bien, así me gusta…, chupa así, aquí…-indicaba Javier a la chica.
María se puso las manos a la cabeza, sin creer en la evidencia de lo que ocurría detrás de la puerta.
Le faltaban adjetivos para describir como debería de ser esa chica. Guarra, sin vergüenza, puta, fresca…
-Sí, quiero correrme yaaa..- gimió Javier
-Trágatelo todo… toma, toma- le oía gemir.
María estaba sudando, alterada y escandalizada, haciendo oídos sordos al estado de excitación de su cuerpo y ...