El sexo en el Amazonas
Fecha: 19/07/2025,
Categorías:
Incesto
Sexo con Maduras
Autor: Veronicca, Fuente: SexoSinTabues30
... una vez iniciado mi movimiento en ella, volvieron los gemidos de mujer deseosa de sentir los mayores placeres que le brindaban.
Después de mis anteriores eyaculaciones, tardé un poco más en hacerlo, pero acabé corriéndome finalmente, dejando en su interior quizás los últimos restos de semen que quedaban en lo más profundo de mi cuerpo.
Finalmente la niña se quedó tumbada en la cama cansada, y yo también me sentía agotado, pero con la sensación de haber tenido una buena despedida de esa estancia en la selva, de la que todavía no era muy consciente de que había cambiado mi vida para siempre.
Al volver a mi casa, me sentía un poco extraño, ausente como si mi cabeza todavía no hubiera abandonado ese otro mundo que había descubierto. Mi esposa también me veía un poco raro y en esos primeros encuentros sexuales con ella, en los que se mostraba especialmente deseosa después de mi ausencia, yo no acababa de encontrar ese mismo deseo por tener sexo con ella, por lo que mis erecciones me jugaban una mala pasada y no siempre podía cumplir con sus expectativas.
Por otra parte, cuando iba por la calle, mis miradas se dirigían inevitablemente hacia esas colegiadas dirigiéndose despreocupadamente hacia la escuela, y al llegar a casa, veía a mi hija, recién empezada la adolescencia, de otra manera muy distinta a la de antes de mi marcha. Incluso, alguna vez, llegué a meterla mano al no poder refrenar esos impulsos, mirándome ella un poco desconcertada por mi comportamiento, ...
... como sin saber si tenía que dejarme tocar sus pechos o entre sus piernas o separarse de mi lado.
Mi esposa también se había dado cuenta y cada vez más alarmada por mi actitud, acabó preguntándome:
— ¿Qué estás haciendo con la niña?
Yo intenté disimular, quitándole importancia al asunto, pero la verdad es que cada vez me sentía más preocupado por mi falta de adaptación a mi vida anterior, por lo que terminé por comentárselo a un amigo, compañero de trabajo, que también había pasado largas temporadas en la selva, que intentó tranquilizarme:
— Es normal lo que te pasa, amigo. La selva te cambia. Nos ha pasado a todos. Al principio todos quieren ir allí, por todas las cosas que se cuentan de ese lugar, como poder tener sexo fácilmente con las indígenas, adolescentes y niñas, algo que aquí no lo tienen tan fácil y eso te acaba enganchando, así que cuando vuelves, te sientes perdido.
— ¿Y tú como lo has superado?
— Eso nunca te supera. Ya te dije que cambias para siempre. Es como si tuvieras un demonio dentro que se apodera de ti, convirtiéndote en otra persona desconocida para tu familia. A muchos nos cuesta el divorcio, como bien sabes. En la cabeza sólo tienes la idea de volver a la selva y mientras eso llega, acabas vagando por la noche por lugares poco recomendables.
— ¿A la búsqueda niñas, quieres decir?
— Sí, al final las encuentras, aunque te dejes medio sueldo en ello, porque normalmente es complicado poder follarte a alguna y lo más habitual es que ...